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La moral del ch’ikhi (V)

La moral del ch’ikhi (V)
En diciembre de 2011, el Informe Internacional de Transparencia colocó a Bolivia entre los diez países más corruptos de América y en el puesto 118 a nivel mundial. La encuesta de Gallup Internacional, considerando una muestra de 1328 personas, llega a la conclusión que la percepción social sobre las instituciones corruptas en nuestro país recae principalmente en la Policía, partidos políticos y ámbitos judiciales.

El estudio mencionado que hace referencia a la percepción de la muestra en relación a la corrupción, no es lo mismo que la real. En ese sentido, el estudio hace referencia al índice de corrupción, según el cual de cada 100 trámites en Bolivia, 21 se efectúan a través de procedimientos indebidos. A ese dato, se añade el 29 por ciento de incremento de la corrupción el 2010 en comparación con el 2005. Los resultados indican una mayor propensión a pagar coimas de parte de los hombres, las edades predominantes son de 30 a 49 años, no hay diferencias entre niveles socioeconómicos y se presenta mayor corrupción entre los autodenominados originarios en comparación con mestizos y blancos.

Un ejemplo notable es el que hace mención al pago de multas de tránsito: de cada 100, 78 se pagan con coima para evadirla. Si se considera el gasto en coimas por familia en el eje troncal del país (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, El Alto), se estima 143,9 dólares anuales y el gasto involucrado en la corrupción de nuestro país es de 239,8 millones de dólares.

Por donde lo veamos, el ch’ikhi goza de perfecta salud en Bolivia. La ética está en terapia intensiva. ¿Cómo resolver este serio problema? No tiene que ver con leyes ni con medidas coercitivas, se relaciona fundamentalmente con la conciencia moral.

El desarrollo de la conciencia moral no puede formarse a través de programas educativos ni de campañas sociales. Se forma en las relaciones afectivas significativas, es decir en la familia y en las interacciones con las personas que asumen la autoridad. El eje central del aprendizaje moral se encuentra en la congruencia de estas personas. No es posible un desarrollo moral idóneo, si quienes se muestran ante el niño como protectores actúan rompiendo cotidianamente las normas.

Lo primero es reconocer con vergüenza nuestra situación moral ante nosotros y el mundo, esto es, romper la fachada para dejar expuesta nuestra miseria moral. Luego asumir la responsabilidad personal en el aporte que hacemos a la construcción de la inmoralidad, para empezar a cambiar nuestra actuación en el trabajo, en nuestra familia y la calle.