Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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DE FRENTE

Sentaderas pegajosas

Sentaderas pegajosas
No se me ocurre otro título para referirme a lo que considero un elemento contaminante de la democracia, como es el afán de repostulación a como dé lugar que se va extendiendo en América Latina, después de que el chavismo marcó un modelo de perpetuación en el poder hasta la muerte del caudillo, conservando las apariencias de elecciones democráticas.

En Bolivia, con honrosas excepciones, hoy no hay autoridad electa que se dedique a cumplir su gestión pensando en hacer lo mejor posible en beneficio de toda la población, sea que le hubiera dado el voto o no. Al contrario, lo que con pesar observamos es que, siguiendo el mal ejemplo del Presidente del Estado, no hay autoridad electa: Gobernador o Alcalde, que desde su posesión en el cargo y haber posado sus sentaderas en el sillón que se le tiene destinado no empiece a experimentar las sensaciones más placenteras de su vida, lo que a su vez les provoca una necesidad compulsiva de pensar en qué hacer para conservar ese espacio para sí, una vez que se cumpla el período para el que fueron elegidos.

Las más de las obras que emprenden están basadas en el cálculo de votos, antes que en la satisfacción de las reales necesidades de la población, para lo que cuentan con la complicidad de dirigentes vecinales y otras organizaciones sociales que hicieron de la recepción de prebendas su modo de vida. Además, todas las obras, desde las más pequeñas hasta las verdaderamente importantes, no pueden dejar de llevar la placa para perpetuar la memoria de la autoridad.

Toda vez que la solución de los problemas sociales de fondo como la violencia contra las mujeres las y los niñas/os, la inseguridad, la educación vial, la educación sexual, la contaminación del medio ambiente y otros exigen inversión de tiempo, recursos y personal especializado, y los resultados solo pueden evaluarse en el mediano y largo plazo, ninguna autoridad los quiere encarar, sin importar si esos problemas están minando las bases mismas de la convivencia ciudadana y destruyendo todo el tejido social con consecuencias que todos los días lamentamos.

La falta de voluntad se refleja también en que ninguna autoridad electa, municipal, departamental o nacional, ha iniciado procesos serios y transparentes de institucionalización del personal responsable de la ejecución de planes y programas. Consideran legítimo mantener como fuentes de cooptación de clientela política, subordinando el interés colectivo a sus conveniencias particulares.

Ante estos hechos y la desesperación de reelegirse de la que son presa, la mayoría de las autoridades electas la única explicación posible es que tienen sentaderas pegajosas que les dificultan separarse del sillón que ocupan y admitir que todo cargo es temporal.