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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Putin y la Revolución Bolchevique

Putin y la Revolución Bolchevique
Aunque considera que la caída de la URSS es "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX", el líder ruso, Vladímir Putin, no quiere ni oír hablar del centenario de la Revolución Bolchevique, por temor a provocar nuevas divisiones entre los rusos. "¿Y por qué habría que festejarlo? El Kremlin no tiene previsto ningún acto al respecto", dijo Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, sobre un aniversario que tendrá lugar el 7 de noviembre.

Ni festejos ni discursos ni recepciones: el centenario de la Revolución Bolchevique ha sido ignorado completamente por el Kremlin desde que Putin ordenara a finales de 2016 conmemorar dicho acontecimiento.

"En 1991 tuvo lugar una revolución burguesa de tipo occidental. Por eso, el actual Gobierno liberal de Putin se comporta como tal. Es lógico que no festejen al aniversario, ya que iría en contra de sus principios", comentó el conocido escritor Zajar Prilepin.

El propio Putin apenas ha hecho este año escuetas referencias al hecho con llamamientos a no "arrastrar hasta nuestros días las divisiones, los odios, las afrentas y la crueldad del pasado". "¿Acaso no era posible progresar no por medio de una revolución, sino a través de una evolución?", dijo.

Acusó a los bolcheviques de destruir el Estado y arruinar la vida de millones de personas, aunque agregó que la revolución también tuvo consecuencias "positivas" -pues animó a otros países a luchar por la "justicia social"-, y que sus resultados son "ambiguos".

Es la misma postura que ha mantenido durante años con respecto a los insistentes llamamientos a retirar la momia y el mausoleo de Lenin de la plaza Roja, al argumentar que es un tema que puede provocar una escisión en la sociedad.

Esto ha indignado especialmente a los comunistas rusos, que han convocado una gran manifestación para el 7 de noviembre, a la que acudirán miembros de partidos comunistas de todo el mundo. "Los burgueses no quieren recordar cuándo fueron derrocados y sus propiedades fueron expropiadas. Lo ven como algo peligroso, ya que hablar de ellos es inducir a la gente a interesarse por las causas de la revolución", dijo Nikolái Leónov, exsubdirector del KGB -la policía política soviética- y simpatizante comunista. Probablemente, los nostálgicos del antiguo régimen soviético serán los únicos que salgan a la calle en el centenario, aunque entre los rusos sí había un genuino interés en retrotraerse a esos tiempos, aunque sea con libros y exposiciones (...).