Científicos de la UNAM explicaron que una de las razones es que el terremoto del 85 se originó en las costas de Michoacán, a no más de 400 kilómetros de la capital mexicana, mientras que el del 7 de septiembre tuvo su epicentro en las costas de Chiapas, a más de 660 km de la Ciudad de México.

El terremoto que cumple 32 años se registró a una profundidad de 15 km, mientras que el de anoche se inició a 58 km.

En ambos casos, las placas tectónicas involucradas fueron la de Cocos y la de Norteamérica, pero los movimientos fueron distintos.

Un punto fundamental es la distinción entre la energía que se libera en un movimiento telúrico —que se mide en grados Richter— y la intensidad del temblor, que se registra mediante los acelerómetros (instrumentos para medir aceleraciones) colocados en distintos puntos de México.

Así, la energía liberada por el temblor del 7 de septiembre fue de 8,2 grados y su intensidad fue de 9 centímetros por segundo, mientras que en el terremoto del 85 la energía liberada fue de 8,1 pero su intensidad fue de 30 centímetros por segundo.

Se registraron 337 réplicas del sismo del 7 de septiembre, la de mayor magnitud fue de 6,1.

Ante la circulación de información falsa que anunciaba réplicas y temblores, científicos de la UNAM aclararon que es imposible predecir réplicas o sismos.

México es una zona de alta sismicidad por encontrarse en contacto con cinco placas tectónicas.

Sólo en 2016 el Sistema Sismológico Nacional registró 15 mil 400 sismos.