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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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¿Tiene futuro la profesión del derecho hoy día?

¿Tiene futuro la profesión del derecho hoy día?
La abogacía es una de las profesiones más vilipendiadas en la sociedad, se les dedican bromas, juicios de valor e insultos de manera casi proporcional con el número de profesionales del derecho.

El mismo ámbito de ejercicio profesional es área de alta sensibilidad, ya sea por su cercanía con conflictos y con situaciones desgastantes para las personas implicadas tanto económico, como emocional.

Abraham Lincoln indicó categóricamente que: Si no puedes ser un abogado honrado búscate otra ocupación. No hay peor hombre que el que provoca conflictos para meterse dinero en el bolsillo. ¿Entonces la abogacía es realmente reflejo de las diversas carencias del sistema judicial? o ¿en realidad es un reflejo de la sociedad con todos sus pormenores?

Días atrás intentaba recordar cuáles fueron los motivos por los que decidí estudiar derecho hace ya más de 15 años. He hice el intento de comparar mi motivación con los motivos que llevan a los actuales estudiantes a estudiar derecho. Obteniendo en mi búsqueda muchas más interrogantes: ¿contribuir a la sociedad?, ¿ayudar a las personas?, ¿hacer justicia?, ¿el status social del “doctor”?, ¿proyección política?, ¿ganar mucho dinero y poder?, ¿defender ideales como: el de dar a cada quien lo que le corresponde?

Michael J. Sandel, en su obra titulada sugestivamente Justicia ¿hacemos lo que debemos?, rescata la frase de Charlie Crist quien señala que: Estoy asombrado de hasta dónde debe de llegar la codicia en el corazón de algunos para que pretendan aprovecharse de quienes están sufriendo por un huracán.

Aparentemente la abogacía se aprovecha de los “huracanes jurídicos” que experimentan las personas, de la desolación e impotencia de sujetos frágiles ante los conflictos y esperanzados en que la justicia responda adecuadamente a sus pretensiones (sean justas estas o no).

Pero ¿qué se merece cada cual? Sandel, analizando el pensamiento de Aristóteles, lo ejemplifica de la siguiente manera: supongamos que repartimos flautas, ¿a quién darles las mejores? La respuesta aristotélica es: a los mejores. Lo que implica desde la visión del autor que la justicia discrimina según el mérito.

Durante los últimos 8 años he tenido el privilegio de acompañar el proceso de preparación de los estudiantes de la Carrera de Derecho de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” con los que participamos anualmente en competencias internacionales de litigación en Derechos Humanos en EEUU, España, Colombia y Perú.

Los procesos de preparación han sido exigentes y a momentos desgastantes, los resultados obtenidos académicamente hablando son altamente satisfactorios, se ha logrado visibilizar internacionalmente no solamente a la UCB, litigando ante universidades del todo el mundo, sino que al ser semifinalistas, se ha visibilizado al país.

Lo relevante de los procesos de preparación no han sido los puestos obtenidos, sino que cada estudiante ha invertido energía, convicción y sensibilidad en relación con los Derechos Humanos. Es decir, se han esforzado en ser la mejor versión de ellas y ellos mismos. Por lo que, les agradezco por ser un ejemplo para mí.

Como me dijo una de las personas más honestas que conozco: La maldad tiene mucha publicidad. Lo que pasa es que la bondad es anónima y las buenas personas (profesionales) no buscan reconocimiento.