Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Evo: el mito encarnado

Evo: el mito encarnado
¿Por qué Evo, solo él y nadie más que él? En estas breves líneas intentaré exponer mi postura sobre el peliagudo conflicto que conlleva la reelección desde una mirada cifrada en la confrontación casi irreconciliable de dos formas de entender la democracia que va más allá de nuestra tradición autoritaria y caudillista.

Un trabajo anterior me permitió comprender que la fuerza huracanada de los movimientos sociales -necesaria para inaugurar un nuevo orden- se depositó en la transformación libertaria de un mito fundacional. Dicho mito, sostén del discurso político de la “revolución democrática y cultural”, buscó legitimar su proyecto mediante mecanismos de reapropiación y resignificaciones simbólicas al articular la historia larga de un pasado milenario sobre el presente del denominado “proceso de cambio” en la forma de profecía y en un continuum de difícil comprensión para los códigos comunicacionales occidentales.

La matriz comprensiva de los pueblos indígenas ubica en la memoria ancestral la resistencia indígena contra el orden colonial (Yuri Tórrez y Claudia Arze) y la actualiza al presente político en su lucha contra el imperialismo y la derecha. En ese pasado se inscribe la figura de Túpac Katari, quien constituye la piedra fundamental en la que se engarza la fundación mítica del nuevo ciclo histórico marcado por la identidad indígena, ciclo anunciado ya en el pasado por la profecía: “Hoy muero, pero volveré y seré millones”.

Quinientos años después el discurso oficial instrumentaliza el uso simbólico de la imagen de Túpac Katari para “hacer” cumplir la antigua profecía y legitimar su narrativa encarnada exprofeso en el nuevo hombre/símbolo del Estado: Evo Morales, y para dotar de mayor autoridad a sus palabras y acciones. De esa manera, el actual Mandatario representa la figura del héroe salvador (Raoul Girardet) prototipo del héroe ungido por los designios sagrados, anunciador de los tiempos venideros y guía de su pueblo por los caminos del futuro. Evo así, es el vidente, el jefe profético, no ya el simple representante, el mero ejecutante de la voluntad general, sino su encarnación misma en todas sus dimensiones sociales y temporales.

Al identificarse con Evo, los movimientos sociales recuperan el carácter integral de su identidad colectiva y la fusión íntima e indisoluble con la comunidad madre, despojarlos de su liderazgo significaría, por tanto, una importante desestructuración de su discurso y acción política. Comprender esto -que no es lo mismo que aceptarlo- visibiliza la complejidad del problema de la repostulación y constituye un ejercicio necesario para analizar mejor el campo político. Permite valorar que la resignificación libertaria del mito fundacional si bien propició un viraje necesario de la República racista y excluyente hacia un Estado Plurinacional más inclusivo y democrático, puede significar a la vez el camino catastrófico hacia la consolidación de un liderazgo cada vez más autoritario y despótico. Estoy convencida que mantener la figura de Evo Morales en el poder, en contra de la institucionalidad pactada en la Constitución, y bajo los parámetros de héroe encarnado, es el camino seguro hacia un estalinismo bananero sustentado en un irracional culto al líder que ya se avizora tenebroso cuando se construye, por ejemplo, un inútil museo en Orinoca, o, cuando frente al Palacio de Gobierno se levanta en Navidad la Casa del Niño Evo.