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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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NOESIS

El dilema del poder

El dilema del poder
Evo Morales, Álvaro García Linera y Gabriela Montaño, junto a su equipo, siguen empecinados en no aceptar que se equivocaron y que algún rato pagarán las consecuencias de haber impulsado la redacción, aprobación y promulgación del nuevo Código de Sistema Penal. La apuesta de estos dignatarios se basó en la presunción de estupidez de los ciudadanos y de que el régimen sigue tan fuerte como en 2009. Aparte de esta jactancia, estaban seguros de que la proximidad de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, les ayudarían a que, la ahora denominada “ley maldita 1005”, pasaría los reclamos iniciales y se la asumiría sin mucho lío, como ocurrió con otras leyes similares (p.e. la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz).

La protesta de los médicos los tuvo sin cuidado, no le dieron importancia porque los mandiles blancos siempre se han caracterizado por su apoliticismo y comodismo. Por eso, a los reclamos médicos, el Gobierno, por respuesta les dio desprecio y ninguneo.

Pero todo les salió mal. La protesta en vez de disminuir creció...

Los médicos empezaron solos su pelea. Recuerdo que para el 3D, los galenos evitaban a toda costa “contaminar”  sus reivindicaciones con la propuesta ciudadana del voto nulo. Sin embargo, después del 3D, conforme avanzaban los días, aceptaron reforzar su lucha con la incorporación de las plataformas ciudadanas a lo largo y ancho del país. La cereza del estado social que vivimos, la puso el piloto del Dakar, Leonardo Martínez, que sin miedo, como el que ya demuestran millones de ciudadanos, les dijo, desde el podio, a los poderosos en su cara: ”Yo me someto a las reglas del Dakar... y quiero que usted se someta a la Constitución… el 21F la mayoría votamos NO”. Si los gobernantes del MAS siguen con la cantaleta que no hay ninguna convulsión social, vayan poniendo sus barbas en remojo como ya lo están haciendo varios que, hasta ayer, eran furibundos defensores del régimen y que hoy darían cualquier cosa por borrar su pasado azulado. El contexto político les ha quitado su favorabilidad. El Gobierno está cosechando lo que ha sembrado y esa cosecha es: desconfianza, irrespeto, bronca y frustración social.

Por ello, el régimen esta ante la siguiente disyuntiva: o abrogan por propia voluntad e inteligencia la Ley 1005 y su salida sería a fuego lento; o serán obligados a abrogarla, lo que llevaría a que su caída sea a fuego intenso y rápido. La una les permite hasta reinventarse, la otra escapar. A escoger bien, dejaron de ser esperanza y desperdiciaron la oportunidad.