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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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En busca de una mano amiga

Viaje sin retorno. Muchos comunarios abandonan sus pueblos para salir a otro país o viajar hasta las ciudades y engrosar la población de indigentes que pululan en los mercados o cerca de las iglesias.<BR>
En busca de una mano amiga
Alán Huahuasú, del pueblo yuqui, no pudo más con el hambre y clamó por ayuda para él y sus hermanos que hasta el viernes se encontraban como “inquilinos” temporales en la Plaza Principal de Cochabamba.

Aproximadamente 40 personas, entre hombres, mujeres y niños, muchos de ellos lactantes, permanecieron en inmediaciones del Concejo Municipal durante al menos tres semanas, esperando ayuda de la población, en víveres, ropa o dinero. Empero, según afirmó una de las madres antes de emprender su viaje de retorno, no recibieron lo que esperaban.

Antes de abandonar la Plaza de Armas para tomar el vehículo que la transportaría a ella y a su familia a su comunidad, la mujer, quien prefirió no identificarse, afirmó que habían pedido poco, incluso, que se les regalara ropa usada, que ellas podían haber remendado con hilo y aguja.

La presencia de los yuquis en la plaza 14 de Septiembre llamó, en un principio, bastante la atención de los transeúntes, quienes indagaban de quiénes se trataba y qué buscaban, pero con el pasar de los días se fueron convirtiendo en parte del entorno urbano.

Durante el tiempo que permanecieron en la acera norte de la Plaza Principal, las familias durmieron en el piso, abrigadas apenas por algunas frazadas, y comieron lo que personas y organizaciones caritativas les hacían llegar.

Algunos yuquis tuvieron incluso que disputarse con los ocupantes más antiguos de la Plaza Principal un espacio para dormir. En una oportunidad, debieron intervenir dos policías del Comando Departamental para apaciguar los ánimos entre yuquis y un indigente que reclamaba el espacio de la puerta del Concejo Municipal como suyo.

La presencia de comunarios que llegan a la ciudad, en busca de ayuda económica, se ha convertido en una moneda común en los últimos años. Mujeres y niños de las provincias más deprimidas de Cochabamba y del norte de Potosí arribaban a la capital, especialmente en la época de Navidad, pero ahora las migraciones denominadas golondrina se han extendido a gran parte del año.

Sin embargo, es todavía poco frecuente que pobladores de las comunidades del trópico, en este caso de los pueblos yuqui y yuracaré, lleguen hasta Cochabamba para instalarse en un espacio público para pedir ayuda de las autoridades y ciudadanos.

Estas personas llegan a la ciudad porque no encuentran en sus comunidades las oportunidades mínimas y se ven frente al dilema de sufrir hambre o migrar a la ciudad para pedir limosna.

Lo que necesitan en sus comunidades, según algunos testimonios recabados por este diario, es apoyo en la actividad agrícola que realizan y auxilio, cuando la lluvia, el granizo o las inundaciones les afectan.

Muchos comunarios abandonan sus pueblos para salir a otro país o viajar hasta las ciudades y engrosar la población de indigentes que pululan en los mercados o cerca de las iglesias.

En el caso de los aproximadamente 40 yuquis que llegaron desde Bia Recuaté, lo hicieron, según sus testimonios, porque perdieron casi todos sus bienes y cultivos a causa de las inundaciones que afectaron sus comunidades.

Ante esta adversidad, decidieron viajar aproximadamente 200 kilómetros, 30 de ellos a pie, hasta Cochabamba en busca de una mano amiga, y al no encontrar la respuesta que esperaban, decidieron marcharse a su pueblo.

En los últimos días que permanecieron en Cochabamba, dejaron por algunas horas la Plaza Principal para visitar a las instituciones y empresas cercanas al centro de la ciudad y pedir algunas monedas.

Ese fue el caso, por ejemplo, de Alán Huahuasú, quien acompañado de sus familiares llegó al diario OPINIÓN y afirmó que no habían probado bocado en dos días.