Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 20:55

Trapos sucios

Trapos sucios
Para ser nombrado alto funcionario de Estados Unidos, debes responder un cuestionario del Buró Federal de Investigaciones, el omnipresente FBI. Tienes que especificar las direcciones donde hayas vivido y trabajado durante los últimos diez años, y ofrecer nombres de testigos, que serán interrogados. Debes responder sobre los psicólogos que hayas consultado. Las drogas que hayas usado. Las órdenes de alejamiento que te hayan interpuesto. Tu situación tributaria. Los préstamos que te hayan negado. Las asociaciones políticas de las que formes parte. Y una pregunta específica relativa a los actos terroristas que hayas perpetrado, de haberlos.

El FBI no veta a nadie, aunque haya trabajado como sicario. Solo recopila la información y la archiva para colocarla a disposición del Gobierno. Eso sí, según tu pasado, el buró puede recomendar en su informe que no te nombren embajador. Y no te hagas ilusiones: conoce todos tus pecados. La nueva película con Liam Neeson, “El informante”, nos muestra la transición de este cuerpo policial tras la desaparición de su jefe histórico J. Edgar Hoover, quien fue la versión Hollywood de Vladimiro Montesinos. Al igual que su discípulo perucho, Hoover investigaba los trapos sucios de todos los políticos, funcionarios y hasta artistas. Pero en vez de trabajar para un jefe como Fujimori, Hoover lo hacía para sí mismo. Su filosofía, retorcida pero coherente, no consistía en hacer públicos los secretos de sus investigados, sino en protegerlos del público. O sea, guardárselos.

Resultó ser esa la diferencia entre un mafioso y un jefe de inteligencia. Por eso, Montesinos acabó en la cárcel y Hoover –que no era mejor persona– dirigió el buró casi cincuenta años, hasta su muerte, convirtiéndolo en lo que es hoy. “El informante” resulta muy oportuna en el año que comienza, porque Estados Unidos está en manos de un hombre como Donald Trump, que constituye de por sí un vertedero de trapos sucios a escala global.

Como Trump no venía de la política, no llevó consigo al Gobierno un equipo experimentado de técnicos. Sus colaboradores más cercanos son su yerno Jared Kushner y su hija Ivanka, porque él no confía en nadie más. El problema es que esos asesores no han llenado los formularios del FBI como el arriba descrito, porque no hay formularios para yernos e hijas. Su existencia por sí sola es una grieta de seguridad.

El año pasado, Trump destituyó al jefe del FBI James Comey. Argumentó que Comey había mentido al Senado. Los enemigos de Trump sostienen que la verdadera razón fue la determinación de Comey en investigar la interferencia rusa en las elecciones que lo llevaron a la presidencia, un caso en que todas las sospechas apuntan a su yerno. Y la guerra continúa: esta misma semana, el Presidente pidió por Twitter meter en la cárcel a Comey.

La única vez en la historia que un Presidente de Estados Unidos se enfrentó al FBI, perdió por paliza. Un agente filtró a la prensa los trapos sucios de Richard Nixon en el caso Watergate y lo obligó a renunciar. Eso cuenta “El informante”.

Este año, tras su enfrentamiento con Rusia, China, Corea del Norte y más o menos todo Medio Oriente, habrá mucha presión internacional pidiendo la cabeza de Donald Trump. A nivel interno, su popularidad no es gran cosa. Y podría perder su ajustada mayoría en las elecciones parlamentarias de noviembre. Considerando su propia trayectoria y la de sus parientes, antes de seguir peleando contra el FBI, Trump debería ver “El informante”. Es posible que no la entienda porque tiene muchos diálogos. Pero seguro que alguien en su equipo se la sabe explicar.