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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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“Últimos en el mundo”

“Últimos en el mundo”
Ese fue uno de los titulares de la prensa peruana después de la primera participación de ese país en las pruebas PISA. Sin embargo, de ese no tan lejano 2012 a la fecha, no solo el rendimiento de los estudiantes incaicos ha mejorado, sino que la sociedad civil ha comenzado a preocuparse y comprometerse más con la educación. De hecho, en Bolivia, ¿hace cuánto que un medio no le dedica su titular principal al tema educativo?

En nuestro país todavía no se ha realizado un estudio sobre el estado de la educación, aunque en junio pasado nos hemos incorporado al Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de Calidad de la Educación (LLECE), una instancia de la Unesco. La evaluación de la calidad de nuestra educación es un desafío pendiente para el año que inicia.

Realizar una evaluación de la educación boliviana, nos posibilitará saber cuál es nuestro nivel educativo en comparación con otros países del continente, visualizar las necesidades curriculares, de equipamiento e infraestructura (que las sabemos por demás), y fijar metas en el corto, mediano y largo plazo.

No olvidemos que toda evaluación requiere de un punto de referencia, de allí surgen los denominados criterios de evaluación o los indicadores de evaluación. El punto de referencia permite al evaluador comparar una realidad con otra. Por este motivo, no es suficiente que la única referencia sea el propio modelo educativo sociocomunitario productivo, sino también el nivel educativo de nuestros vecinos. Todo esto, por la sencilla razón de que somos parte de un mundo globalizado que requiere de profesionales formados con estándares internacionales, esto quiere decir que el mundo no se termina con nuestras fronteras, sino que es mucho más amplio y complejo de lo que nos parece desde adentro.

Esperemos que con el respaldo de una evaluación externa se evidencie la necesidad de reforzar la formación de maestras y maestros del nivel primario y de clarificar las metodologías de enseñanza de la lectoescritura, una falencia estructural en la educación boliviana. Leer y comprender lo que se lee, además de disfrutar de ello, es una habilidad básica que todos los niños del nivel primario deberían haber desarrollado con altos niveles de competencia.

Por otro lado, no perdamos la esperanza de que una mirada desde fuera convenza a los técnicos y autoridades del Ministerio de Educación, que tenemos la necesidad de profundizar en la enseñanza de las ciencias exactas en el nivel secundario, sobre todo en las matemáticas, un requisito indispensable en las pruebas de ingreso a cualquier universidad del mundo.

Una evaluación internacional debería evidenciar que tenemos deficiencias enormes en el bachillerato técnico, que la educación está altamente ideologizada, que la coordinación entre el Gobierno central y los municipios debe ser mayor, que el uso de las TIC (Tecnologías de la información y la Comunicación) debe ser cada vez más elevado, que el presupuesto es demasiado reducido, etc.

No olvidemos empero, que una evaluación a nuestro sistema educativo es también una crítica a nuestra sociedad, a aquello que exigimos que nuestros niños aprendan y a lo que en realidad les enseñamos como colectividad. Ojalá que un día podamos asumir que el estado de nuestra educación no solo depende de las escuelas, sino de todos los actores sociales y que llegue un tiempo en que los medios publiquen en sus portadas nuestros logros y desaciertos educativos.