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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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ICONOCLASIA

La demonización del nuevo CSP

La demonización del nuevo CSP
Ha estado circulando masivamente la opinión de que el nuevo Código del Sistema Penal (CSP) no solo criminaliza la profesión médica, sino incluso la protesta y las manifestaciones sociales, coartando la libertad de expresión. Se proyecta así una fisonomía bastante tenebrosa de esta legislación penal, haciéndola aparecer, a los ojos de la sociedad, como el execrable enemigo a ser derrotado. La propia COB, en un reciente ampliado, determinó convocar a una gran marcha popular para la primera quincena de enero, en demanda de la abrogación de este CSP.

Hay en todo este barullo, sin embargo, una espesa bruma de inconsistencias que deberían invitar a la desconfianza. Tal vez no debamos ser tan ingenuos, y debamos advertir que es muy probable que, tras esta marea desatada en torno al CSP —que principió con el tema de la mala praxis—, exista un propósito enteramente funcional al Gobierno. No es desatinado pensar que sectores tradicionalmente aliados del Gobierno —como la COB— se sumen a las protestas de los médicos y a las críticas al CSP, actuando como infiltrados o palos blancos, con quienes a la postre se arribarán a negociaciones que, en el siempre maleable y lábil imaginario colectivo, aparecerán con ribetes de grandes acuerdos nacionales consolidados, en supuesto provecho de toda la población (lo que incluirá beneficios como incrementos salariales, promesas de doble aguinaldo, etc.). Pues al Gobierno claramente le conviene que se satanice el CSP, incluida la mala praxis, porque son temas sobre los cuales, al final del camino, estará dispuesto a negociar, al no ser determinantes para comprometer su interés supremo, centrado en las próximas presidenciales. El nuevo CSP, en esencia, no es ni mucho mejor ni mucho peor que la actual legislación penal, y ello poco importa en realidad, porque el MAS no necesitó ni necesitará de leyes hechas a su medida para perpetuar sus caprichos. Tanto es así, que el oficialismo sepultó hace rato su propia CPE, e irónicamente se apoyó en un tratado internacional para consumar sus designios. No es a través de leyes, sino de acciones de hecho, como opera este Gobierno. Las leyes —como el ociosamente debatido CSP— son simples cortinas de humo con las que se mantiene distraída a la población, y para ello, ¡cómo no!, se cuenta con tontos útiles, como los abogados, que se enfrascan en arduas disquisiciones pretendiendo encontrarle al CSP un espíritu maligno, oculto e inefable, casi tan irreal como el espíritu navideño. Los debates de tinte político sobre el nuevo CSP son francamente inútiles. Si se quiere debatir sobre esta legislación, tal vez tendría que graduarse la discusión a un nivel más académico, porque —repito— no será con un código penal ni con ninguna otra ley que el MAS cumplirá sus objetivos; lo hará incluso a pesar de sus propias leyes, que por lo demás están “bien hechas”.

¿Parece todo ello descabellado? Solo hace falta desenmascarar algunas de las populares mentiras o embustes que se ciernen en torno al CSP, y que, en definitiva, son funcionales a los intereses del Gobierno. Se dice que los Arts. 293 y 294 de este código criminalizan la protesta social. ¿Quiénes difunden esta idea se pasaron siquiera el trabajo de leer estos artículos? El Art. 293 es básicamente una copia del Art. 123 del antiguo CP todavía vigente, que tipifica el delito de sedición. Y, de igual forma, el Art. 294 es una réplica de la antigua legislación penal, que siempre tipificó como delito el “atribuirse los derechos del pueblo”. Entonces, desde hace medio siglo que vivimos bajo un régimen penal que supuestamente criminaliza la protesta, y recién ahora nos percatamos de esta “ignominia”. Y huelga decir que el CSP es incluso más benevolente, ya que claramente especifica que las movilizaciones de protesta social realizadas para reivindicar derechos humanos y sociales no son constitutivas de ningún delito.

¿Por qué nadie dice estas verdades? ¿Por qué nadie recuerda ahora que la mala praxis profesional estuvo en realidad siempre penalizada (Art. 260 II del CP aún vigente) y no constituye ningún batacazo legislativo como se aparenta? Muchos inconscientemente le siguen el juego al Gobierno, demonizando el CSP. Claro que al oficialismo el tiro podría salirle por la culata y, en su lucha encarnizada contra los médicos, podría recibir un enema proporcional a su oscuro propósito, que lo purgue y lo escarmiente por todo el mal realizado.