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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Racismo (II)

Racismo (II)
Para Frantz Fanon (1925-1961) psiquiatra, filósofo y escritor martiniqués/francés, cuya obra es muy influyente en los campos de los estudios poscoloniales, “El racismo es una jerarquía global de superioridad e inferioridad sobre la línea de lo humano que ha sido políticamente producida y reproducida como estructura de dominación durante siglos por el sistema patriarcal occidental moderno colonial”. Además, explica que las personas que están arriba de la línea de lo humano son reconocidas socialmente como seres humanos con subjetividad y acceso a derechos humanos, ciudadanos, civiles, laborales y las personas por debajo de la línea de lo humano son consideradas subhumanas o no humanas, es decir, su humanidad está cuestionada y, por tanto, negada.

Como bien se conoce, el racismo de color ha sido predominante en varias partes del mundo, empero, no es la única forma de racismo. En muchas ocasiones se confunde la forma específica de puntear el racismo en una región del mundo con la definición universal exclusiva del mismo. Esta línea, en nuestro contexto, estaría proyectada hacia la comunidad afroboliviana. Sin embargo, hay ejemplos como el del Imperio británico que empleó la jerarquía religiosa de los protestantes como superior a los católicos, para marcar la línea de lo humano. En ese entendido, la forma particular que el racismo adopta en una zona específica del mundo, no necesariamente es la misma que en otras latitudes, justamente por la diversidad de situaciones, de formaciones sociales, históricas, culturales y religiosas.

En nuestro país, se reproducen prácticas racistas en contra de aquellos que no responden al imaginario patriarcal, occidental, cristiano, social, étnico y cultural. En ese entendido, dentro de estos parámetros, existirán individuos que ocupan la posición de superioridad, frente a los que ocupan la situación de inferioridad. De manera que el racismo o discriminación y los estigmas hacia el diferente, pueden marcarse por color, etnicidad, lengua, clase social, cultura o religión y por qué no aludir también la identidad de género, la orientación sexual, la transexualidad, etc.

En una encuesta realizada a universitarios en La Paz, el 48.4 por ciento señaló haber cometido un acto discriminatorio, basando su interpretación en el insulto a la persona que tiene diferente color de piel, que habla otra lengua, o que no tiene recursos económicos, pero principalmente hacia personas que visten diferente. Estos estigmas presentes en jerarquías de dominación frente a la pobreza, lo indio y la negritud, es resultado de nuestra mente que conserva la esencia de la colonialidad del poder, del norte frente al sur, del centro hacia la periferia.

Marcelo Durán, en su columna Punto Bo, reflexiona con acierto sobre una imagen que se viralizó en las redes. Se trata de una mujer morena en un bus, con un niño rubio en sus faldas. En las redes sociales, sin perder el tiempo, “condenaron” a esta señora, en el sentido de un posible rapto. ¿Estigmas racistas?

El moreno, negro o pobre no es el secuestrador, mugriento, ignorante, violento y otros adjetivos racistas. Ellos, según Fanon, “están dominados, pero no domesticados”. Ellos son “los condenados de la tierra”. Hay que leer a Fanon.