Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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El Ministerio de Culturas y el lado oscuro

Infraestructura y ley.  Se sabe de la aún precaria infraestructura turística en el salar. Están ahí las quejas de nuestros propios cineastas sobre falta de apoyo y en continua demanda de una ley. <BR>
El Ministerio de Culturas y el lado oscuro
Cuando ya falta poco para que se cumpla un año, en esta misma página le dábamos el beneficio de la duda a la entonces flamante ministra de Culturas y Turismo, Wilma Alanoca, pese a que la funcionaria llegaba al cargo sin tener experiencia ni trayectoria de gestión, ni en cultura ni en turismo, en otra de las extrañas decisiones de un Ejecutivo que se dice protagonista de una “revolución democrática y cultural”.

Lo primero que se conoció del inicio de su labor fueron despidos masivos y contratación de militantes oficialistas, la demora en la entrega de reconocimientos ya anunciados en 2016 y la convocatoria a una “cumbre” nacional de culturas (no efectuada hasta hoy), pese a las ya realizadas por iniciativas ciudadanas, cuyos frutos fueron incluso proyectos de ley consensuados. A continuación —y como un acierto entre pocos—, Alanoca intervino a favor de los artistas, a quienes el Servicio de Impuestos intentaba cobrarles tributos, en la absurda lógica de que contribuyan a un Estado del que reciben muy poco o nulo apoyo.

Señalábamos además algunos desafíos para la autoridad, pues han pasado casi 12 años de la “revolución” y Bolivia no cuenta, por ejemplo, con una nueva Ley del Cine ni con una norma sobre patrimonio ni con alguna otra que beneficie a los creadores. No hay festivales públicos de gran alcance y, pese a que fue excelente la iniciativa de la Ley del Libro, que con tino exime de impuestos a las editoriales, no se han rebajado sustancialmente los precios de los libros y brillan por su ausencia los planes de incentivo a la lectura.

Han sido, sí, potenciados algunos alicientes, como el Premio Nacional de Novela, el de Culturas y el Gunnar Mendoza. Y ha sido también adecuada hace un lustro la creación de los Premios Abaroa. Pero los incentivos que otorga el Estado central se pueden contar con los dedos de las manos, y hasta sobran. Y, si se suma sus montos y se compara el total con los de otras latitudes, los galardones resultan exiguos y de poca transcendencia, al igual que si se ve su porcentaje en el Presupuesto General (está muy lejos del 1 por ciento), aun incluyendo las —escasas, tal vez ni cinco— obras de infraestructura para el sector.

Y nada de esto parece tener visos de cambio. Por el contrario, la situación se ha agravado. La semana que se va, el diario El Deber publicó un reportaje al respecto. Informó que la Ministra fue acusada de no hacer gestiones para que una delegación boliviana asista a la Feria del Libro de Buenos Aires (tampoco para la de Guadalajara ni la de Frankfurt); que el Ministerio este año le quitó el apoyo a la FIL La Paz, y tampoco le dio su aporte a la Bienal del Cartel de Bolivia. A su vez, cineastas hablaron de montos de dinero comprometido que, al final, Alanoca no concretó.

En medio de esta crisis —porque en verdad lo es—, estos días se estrenó en nuestro país y el mundo el filme estadounidense "Star Wars. Los últimos Jedi". Entre otros elementos, algo atrayente para los cinéfilos bolivianos de esta nueva entrega de la saga es que incluye escenas rodadas en el Salar de Uyuni. Regresando a nuestro tema, lo anecdótico es cómo Alanoca piensa capitalizar réditos turísticos —¿y culturales?— a partir del largometraje: “Vamos a hacer una estatua de ‘Star Wars’ allá (en el salar). Estamos viendo cuál será la imagen de la película que va a acompañar a este desierto tan genuino y único en el mundo”, anunció según Página Siete.

Se sabe de la aún precaria infraestructura turística en esa nuestra maravilla natural. Están ahí las quejas de nuestros propios cineastas sobre falta de apoyo y en continua demanda de una ley que hasta podría —como ya ha sucedido con éxito por iniciativa privada— fomentar la filmación de más cintas extranjeras en Bolivia. Y lo mejor que se nos ocurre no es crear condiciones materiales, dar incentivos o poner en vigencia marcos legales, sino erigir una estatua (similar a la del Dakar, además).

Parafraseando el lenguaje “galáctico”, parece que el lado oscuro se apoderó por completo de nuestras culturas y turismo. May the force be with us.