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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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SERENDIPIA

Médicos en manos de “doctores”

Médicos en manos de “doctores”
Mi padre fue médico y mi hermano es médico. Y no tengo la menor duda de que ambos son profesionales de excelencia y calidad, ejemplares en su trato y entrega. A estos excelentes profesionales les he confiado mi vida y la de mis hijos. Y mi fe en su profesionalidad jamás se ha puesto en duda, por el contrario, se ha ratificado con su desempeño.

No dudo de que exista algún profesional irresponsable en la salud que haya cometido errores; pero de ninguna manera se puede creer o generalizar creyendo que todos los médicos son irresponsables. Es inadmisible que una funcionaria —eventual ministra— señale: “No tienen perdón del pueblo. Mercaderes de la salud, son los únicos privilegiados que no trabajan las 8 horas de laburo que todo mundo cumple. Se roban insumos médicos, se roban equipamiento de hospitales públicos y, lo principal, se roban la vida de la gente”. En un país en serio, la señora ya estaría en la calle, enfrentando en los juzgados sus ominosas palabras.

El conflicto actual es por la creación de una autoridad de fiscalización de salud, como si alguna de las que existen funcionaran, y por la mala praxis incorporada en el Código Penal, como si la mala praxis fuera objeto del derecho penal. Sin embargo, el Gobierno ha identificado como “enemigo” a los médicos hace mucho tiempo. Antes fue la duración de la jornada laboral y después el tráfico de insumos médicos. Probablemente, por eso no destina prioritariamente recursos para el sector salud, me refiero por ejemplo a infraestructura y equipamiento; prefieren las canchas de césped sintético.

Como los médicos, seguramente Ud. también tiembla ante una ley que se refiera a su oficio y a su ejercicio profesional, por una sencilla razón: la ley puede ser maravillosa, pero los operadores de justicia y la institución judicial es de terror; y así seguirá siendo. Creer que cambian el mundo con leyes es tan equivocado como creerse sabio solo comprando libros.

Dos viejas profesiones prevalecen en la elección mayoritaria de jóvenes para la universidad: medicina y abogacía. Ambas producen buenos y malos profesionales, la una es una carrera de muchos estudios y de enorme responsabilidad en el trato de pacientes. La otra, de mucha astucia y verbo. Hoy paradójicamente, una vez más, están encontradas.