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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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LO CONOCEN EN ESCUELAS, IGLESIAS Y EVENTOS SOCIALES

Iván, el fotógrafo que anda en silla de ruedas con la Nikon y su padre

A casi 12 años de quedar parapléjico no ha dejado su oficio. Admite que la fotografía no la usa solo por lucrar, sino que es un refugio para reflejar su sentir.
Iván, el fotógrafo que anda en silla de ruedas con la Nikon y su padre



“Yo no sería nada sin mi papá”, admite Iván Hinojosa, mientras Raúl (su padre de 80 años) le acerca la memoria interna de su cámara Nikon para descargar fotografías de un evento que hizo horas antes.

En el fondo de la pantalla de su ordenador está él y su padre abrazado, sonrientes para la cámara que capturó ese momento. Una imagen que se tomó dos años después de quedarse parapléjico (resultado de una lesión medular que impide la movilidad del dorso a los miembros inferiores). Hoy se moviliza en una silla de ruedas.

Después de descargar las imágenes a su ordenador, su padre ya tiene listo un vaso de agua en la mesa, un sitio donde ambos conversan durante varias horas. Rutina casi diaria. “Lo conozco tanto como él a mí”, dice Iván.

Entre semana, su “cuarto oscuro” (habitación para revelar y editar imágenes) es su sala, un espacio decorado por decenas de fotos de su autoría y de Rodolfo Torrico, fotógrafo de antaño. Y los fines de semana, es fotógrafo de actividades en colegios locales, iglesias y otros eventos sociales.

Su cámara Nikon es su fiel compañera, pero su amigo íntimo y su “yunta” es su padre, quien lo acompaña por doquier. “Somos el complemento perfecto”.

Trabajan en quipo. Iván saca fotos y su padre las revela y ofrece para vender a quienes salen en la imagen. La foto cuesta 10 bolivianos. Admite que en su trayectoria en el rubro, ha hecho enlaces para participar de estos eventos.

ACCIDENTE En mayo de 2006, un accidente provocó que quedara parapléjico y deba usar una silla de ruedas. “Era domador de leones y torero, los gajes del oficio me llevaron a esta situación (en realidad, prefirió mantener en reserva las causas de su estado)”, cuenta sonriendo. Un tema del que pocas veces habla abiertamente. Prefiere que el caso sea ignorado, así como la empolvada fotografía suya tomada dos meses después de su accidente, expuesta en un rincón de su vitrina.

“Hay que darse modos de sobrevivir. Yo lo he hecho y nos va bien nomás”, explica.

OFICIO Iván tiene 52 y es fotógrafo desde 1992. Pertenece a la “vieja escuela”, la del rollo, del ISO y de los revelados.

Estuvo dos años en reposo luego de su accidente y en 2009 tomó por primera vez una cámara digital. “Muchos juzgan a la tecnología porque pierde la esencia de lo antiguo, del rollo, pero a mí me ha salvado, porque he podido salir adelante con mi cámara y mi impresora Epson”.

Dice que por su situación le “cerraron puertas”, pero agradece a la Asociación de Taekwondo Departamental porque le permite realizar fotos en competencias locales. “Me cancheo unos pesos con ellos”.

SU PADRE, SU AMIGO En su habitación y en la sala hay fotografías. En la mayoría está Raúl y en todas sonríe.

“La vida nos ha dado duro, pero nosotros le estamos metiendo más duro todavía”, dice mientras observa una de sus fotos.

En su juventud fue transportista. Conoce todos los motores así como a los partidos políticos del país. Su padre fue unos de los fundadores del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

Datos

De joven fue estudiante de Derecho de la UMSA y de Pedagogía en la UMSS.