Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 16:35

Una tragedia de la que deberíamos aprender

Controles<BR>Urge conocer en estos días qué tan continuas y sostenibles son las verificaciones técnicas que se llevan a cabo, pues el sector, al menos en cuanto a lo internacional, no sobreviviría a otro siniestro simi
Una tragedia de la que deberíamos aprender
Mañana se cumplirá un año del 28 de noviembre de 2016, cuando un trágico accidente acabó con la vida de prácticamente toda la plantilla del club brasileño de fútbol Chapecoense, la comisión técnica, directivos y una veintena de periodistas. Esa fatídica noche, el avión en el que viajaba el plantel deportivo se estrelló a 17 kilómetros de llegar al aeropuerto José María Córdova, cerca de Medellín (Colombia), donde iba a jugar ante el Atlético Nacional la final de la Copa Sudamericana 2016. En la tragedia murieron 71 de las 77 personas que se encontraban en la aeronave de la aerolínea boliviana LaMia, que partió de la ciudad boliviana de Santa Cruz, aparentemente con varias irregularidades. “Puedo afirmar con absoluta certeza que de mi parte hice lo humanamente posible y lo técnicamente obligatorio para conservar la vida (de la tripulación y pasajeros)”, señaló Yaneth Molina, la controladora aérea de Colombia con la que habló el piloto del vuelo CP-293, minutos antes de estrellarse en una zona montañosa de difícil acceso.

A poco de cumplirse doce meses del siniestro, OPINIÓN publicó este domingo un completo Informe Especial de ocho páginas, en el que los sobrevivientes narraron su experiencia y se abundó en la investigación del caso que, por cierto, no avanza hasta la fecha. La situación de las 71 familias dolientes sigue siendo incierta. Estos allegados, así como los seis sobrevivientes, siguen en la pelea para que se les pague la indemnización que les corresponde. El Chapecoense pagó un seguro obligatorio y el seguro contratado para los jugadores y trabajadores, pero los familiares de las víctimas pueden demandar al club y, según su abogado, podrían llegar a pedir hasta 400 millones de dólares, importe muy superior a los 3 millones de dólares que el club alega tener como patrimonio.

La empresa aseguradora de LaMia se niega a pagar, según EFE, un seguro de 25 millones de dólares, al entender que el piloto y el dueño de la compañía aérea hicieron deliberadamente que la nave vuele sin el combustible necesario, poniendo en riesgo la seguridad de los pasajeros, tripulantes y del avión. Ofreció 200.000 dólares a cada familia de las víctimas “por razones humanitarias”, siempre que acepten desistir de procesos futuros, lo que fue rechazado.

Por otro lado, se sabe que cinco personas se encuentran imputadas por la justicia boliviana, de las cuales una está prófuga y otra goza de refugio temporal en Brasil. Tres de los acusados fueron recluidos preventivamente en penales después del accidente, pero se beneficiaron con medidas sustitutivas a la detención. Todo ello ocurre en medio de un intrincado y complejo juicio por los intereses en juego.

Sin duda, el siniestro causó un revuelo mayor en la aeronáutica nacional, que vio en peligro la continuidad de sus certificaciones en el exterior. Tras el hecho, se efectuó una purga de autoridades, además de mayores controles a empresas del ramo, lo que determinó el cierre de algunas de ellas. Urge sin embargo conocer en estos días qué tan continuas y sostenibles son las verificaciones técnicas que se llevan a cabo, pues el sector, al menos en cuanto a lo internacional, no sobreviviría a otro siniestro similar.

Por otro lado, se conoce de constantes incidentes aéreos menores que, si bien por fortuna hasta el momento no han representado pérdidas humanas ni materiales de consideración, perjudican constantemente a los pasajeros, los que además reclaman todo el tiempo por la demora de sus vuelos. Pensamos que cada incidente y/o demora aérea debería, tras lo ocurrido con LaMia, merecer un detallado informe de las autoridades, mejores compensaciones para los perjudicados y sanciones más drásticas a las empresas. Si esto no ocurre, significaría que no hemos aprendido nada.