Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Haciendo patria en otras latitudes

Haciendo patria en otras latitudes
Históricamente, el nuestro es un país de migrantes. Lo ha sido más en lustros anteriores, a raíz de las crisis materiales y sociales, aunque el fenómeno parece haber mermado en años recientes, a causa de cierto repunte en nuestra economía, como, también, por el desplome de las de otros países a los que los compatriotas viajaban en busca de días mejores. Y si el nuestro es un país de migrantes, Cochabamba lo es aun más. Desde antes de la colonia, esta fue tierra de constantes movimientos de grupos étnicos. Y es conocido el dicho de que en cualquier parte del mundo se puede hallar un cochabambino.

Según datos oficiales, Estados Unidos es el quinto país que más acoge a los bolivianos migrantes. Estimaciones del Consulado General de Bolivia en Washington señalan que en el Estado de Virginia es donde radica la mayor cantidad de ellos, y que su número podría sobrepasar los 100.000, siendo la mayoría cochabambinos e indocumentados, lo que complica ostensiblemente su subsistencia, más desde enero de este año cuando asumió el poder el presidente Donald Trump. Para revertir esta situación, la comunidad apela a redes de solidaridad que, además de rendir frutos tangibles, reproducen la cultura boliviana, aun en aspectos como la gastronomía y nuestros rituales sobre la muerte.

Así lo comprobó una vez más este fin de semana nuestro periodista en EEUU Joel Vera Reyes, quien asistió a una mesa ceremonial de Todos Santos que se tendió en el Arlington Arts Center, en el número 3550 de la popular avenida Wilson Boulevard, en pleno corazón de Arlington, en el Estado de Virginia, como parte de una exposición de culturas andinas y latinoamericanas sobre las diferentes celebraciones rituales en memoria de los difuntos.

“Los residentes bolivianos en los Estados Unidos recibieron a las almas de sus muertos tendiendo las tradicionales mesas ceremoniales (mast’aku en idioma quechua) para darles la bienvenida, en una práctica que es propia del mundo andino, pero que está tan arraigada en la cultura boliviana que, sin importar dónde vivan los connacionales, siguen manteniendo esa costumbre a manera de conexión con sus antepasados y de puente, para que ellos, sus difuntos, puedan visitarles”, informó Vera el lunes en nuestra sección Migrantes. “Si bien algunos grupos organizados de residentes tendieron mesas para sus muertos de manera conjunta y algunos lo hicieron de forma individual en sus casas, hubo un mast’aku público que resaltó como una muestra de la cultura boliviana en el norte, y para enseñar un elemento de nuestra tradición”.

Así, pues, incluso estando lejos nuestros ciudadanos siguen haciendo patria, al unirse en la difusión de nuestras tradiciones, lo que suele incluir, entre otras actividades, ferias culinarias y constantes actuaciones de elencos de música y danza folclórica. El de nuestros migrantes es además un sector muy activo en redes sociales y al que los medios de comunicación del país deberíamos prestarles una atención mucho mayor, en función de dar a conocer sus modos de vida, aspiraciones y necesidades. Como muestra de esta afirmación, está por ejemplo de que tan solo una de las transmisiones en vivo del mast’aku en Virginia efectuada por Vera en redes sociales alcanzó hasta ayer más de 14.200 reproducciones y fue compartida al menos 276 veces. Quienes comentaron el audiovisual son bolivianos que viven en las más diversas latitudes, desde otras ciudades estadounidenses hasta España o Australia. Son entonces las nuevas tecnologías y sus usos por los medios herramientas para, como bolivianos, sentirnos unidos en torno a nuestra cultura, sin importar en qué lugar del planeta nos encontremos.