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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

La ola populista latinoamericana

La ola populista latinoamericana
Las olas crecen gradualmente, pueden ser de tamaño impresionante, alcanzan un culmen y después se desvanecen. Tras una ola sigue otra. La ola social de la que hablaremos no tiene la regularidad del mar. Pero en el presente y el futuro previsible es probable que tengamos nuevas olas sociopolíticas nacional populares (o populistas); las experiencias vividas no se mueren, no podrá haber una simple restauración al régimen neoliberal anterior. La ola populista latinoamericana duró algo más de una década. No se ha desvanecido absolutamente, pero el futuro inmediato parece oscuro. Como era de esperarse, muchos analistas ya la dieron por muerta e inhumada. Mis eventuales lectores saben que, a la par de ya numerosos analistas, en este espacio se ha hablado positivamente del populismo, reivindicándolo absolutamente.

Los muchos, de muchos colores, que han festejado el desvanecimiento de la ola, han formulado un veredicto que piensan definitivo: "como era de esperarse, la izquierda ha fracasado; sus abundantes yerros en materia de política económica, la ha llevado al precipicio". Esa es una síntesis más o menos ajustada, aunque suavizada, de la lluvia de piltrafa envenenada lanzada por el neoliberalismo de diversas tonalidades, contra quienes mostraron que sí es posible esquivar a los poderes internacionales dominantes.

La ola tuvo una corta vida turbulenta, pero fue potente y sus logros no fueron pocos: 70 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza, se dice pronto. En el estudio que conjuntamente elaboraron la CEPAL y la OCDE, titulado “Perspectivas Económicas de América Latina 2012”, se dice: "Pese a la gran diferencia en la dinámica económica entre América del Sur, por un lado, y Centroamérica, México y el Caribe, por otro, en conjunto la sostenida demanda externa (especialmente de economías emergentes, como China), en combinación con vigorosas demandas internas, han permitido que la región alcance un crecimiento anual promedio de casi cinco por ciento en el periodo 2003-2008. Este buen desempeño fue también inducido por una adecuada gestión macroeconómica que, en muchos casos, creó el espacio fiscal para afrontar los efectos de la crisis financiera global, sin poner en peligro la solvencia fiscal". Ese estudio, resultado del esfuerzo unificado de dos instituciones incapaces de incurrir en derivas izquierdistas, desmiente categóricamente los arteros ataques provenientes de la derecha neoliberal que domina al mundo, según la cual los populismos latinoamericanos eran de suyo ignorantes de la globalización, del manejo equilibrado de la macroeconomía, de la prudencia en sus cuentas con el exterior. En general, con excepción de México y el Caribe, América del Sur, durante la década aludida, se orientó por el neoestructuralismo elaborado por la Cepal y los pensadores afines o cercanos a esta corriente de pensamiento latinoamericano. México ha permanecido fidelísimo al Consenso de Washington; pero hay novedades en curso...

Ahora los populismos latinoamericanos han ido atrás en términos económicos y políticos, pero ha quedado una experiencia política que será asimilada con el tiempo. Los regímenes que surgieron apoyados en movimientos populares no transformaron al Estado, no innovaron mayormente en materia institucional, prácticamente no avanzaron en transformar el modelo productivo y, así, no era posible dar continuidad a las experiencias vividas. Veremos qué ocurre con el caso de Ecuador.

El culmen de la ola fue de 2003 a 2012, aunque la primera elección de Hugo Chávez fue en 1998. Siguieron Lula en 2003; Ernesto Kirchner en 2003; Evo Morales, elegido por primera vez en 2005; Cristina Kirchner en 2007; Rafael Correa en 2007. Dejo fuera de esta lista a Daniel Ortega y su extravagante costilla (...).

(Tomado de www.jornada.unam.mx)