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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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CIUDAD SUSTENTABLE

Ladrilleras y cese de emisiones

Ladrilleras y cese de emisiones
Hace pocos días, la Municipalidad de Cochabamba anunció demoliciones de los hornos de producción de ladrillos, en cumplimiento de la orden judicial que dictaminó la procedencia de los reclamos que la institución realizó, y que fueron favorables. Esta es una de las pocas ocasiones en las que se puede felicitar a la dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad que, mediante la instancia legal, procedió a comunicar a los propietarios de las fábricas de ladrillo la obligación que tienen de cumplir la normativa ambiental en cuanto a la emisión de gases.

La zona, que por sus impactos ambientales parece de guerra, donde el recurso suelo ha sido degradado completamente y donde no se pueden consolidar las construcciones por tener una normativa de uso de suelo correspondiente a un parque metropolitano, por fin se da un respiro y avizora una solución por lo menos transitoria, ante la radical posición de algunos productores de evitar el traslado. Esta tarea debe continuar hasta recuperar completamente la zona y consolidar la misma como un área residencial, pero con amplias áreas verdes que de alguna forma disimulen que algún momento este espacio fue pensado como uno para favorecer a las especies nativas del valle de Cochabamba, que cada día son menos y que se están extinguiendo, alejando con ello la posibilidad de que la siguiente generación conozca un molle, jacarandá, jarka o un t’hago de flores amarillas o blancas que son monumentos en el ya deteriorado ecosistema urbano que contrasta con la urbanización acelerada. Muchos estudiosos y hasta científicos reclaman la necesidad de reforestar cada día los espacios libres o recuperar los espacios verdes que abundaban en este valle junto a los espejos de agua que eran verdaderas fuentes naturales de humedad ambiental. A pesar de ello, la falta de conciencia ambiental todavía se siente tanto en autoridades como en la misma población, lo que frena de cierta manera las grandes iniciativas de colectivos ciudadanos u ONG que permanecen insistentes en la perspectiva de recuperar la vegetación otrora exuberante de este valle llamado, en la década de los 80, ciudad jardín.

Vale la pena llamar a la reflexión, para exigir una oportunidad de mostrar esa conciencia que está dormida y que clama por una mejor calidad de vida en esta urbe que cada día se calienta y hasta muestra impactos ambientales muy evidentes sobre la salud pública. Aire limpio es lo que deben clamar los cochabambinos para sobrevivir en estos momentos críticos.