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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Hibridación de fiestas

Hibridación de fiestas
Mientras algunos plantean un supuesto duelo entre la fiesta de Halloween y la de Todos Santos, la cultura popular ha comenzado a fusionar ambas celebraciones del Día de los Muertos, utilizando elementos de una y otra. Un recorrido, por ejemplo, por domicilios del sur, donde se acostumbra realizar los tradicionales mast’akus (tendidos rituales de ofrenda a los muertos), permite evidenciar lo anterior. El festejo de Todos Santos se inicia con el armado de las mesas rituales, que está acompañado de los elementos acostumbrados, pero a su vez de otros de la fiesta estadounidense.

Las amas de casa suelen preparar las comidas que degustaba el difunto, sin que falten las típicas t’antawawas (pan hecho de figuras humanas), las masitas de diverso tipo, las frutas y la chicha u otra bebida que le gustaba libar al ser querido. Sin embargo, los mast’akus suelen estar decorados con las conocidas calabazas de Halloween, hechas incluso de frutas de temporada, y no es extraño ver a un infante o joven disfrazado de un personaje de terror.

A las doce del día, tiempo en el que la tradición indica que las almas llegan desde el más allá, se las esperará hoy para compartir momentos con sus familiares vivos. Los convidados al almuerzo tendrán también el deseo de invitar los alimentos a grupos de niños que serán esperados con regalos como masitas y frutas.

Desde la doctrina de la Iglesia católica, se explica que la fiesta de Todos Santos es una ocasión para rendir un tributo a los santos cristianos que ofrendaron sus vidas para difundir la palabra del dios de esa religión. Las misas en honor de los fallecidos suelen oficiarse en medio de los mat’akus, t’antawawas y urpus, a los que suelen sumarse pequeñas figuras fantasmales también propias de Halloweeen. Al comenzar la tarde, llegarán grupos de vecinos que empezarán los rezos para el difunto, pendientes de la recompensa alimenticia que les espera.

El mast’aku es un ritual familiar que se realiza desde el mediodía del 1 de noviembre hasta el mediodía del 2 de noviembre, ofrendando un tendido de alimentos y bebidas. Por tal motivo, las familias acostumbran cocinar los platos que le gustaban al difunto. En este sentido, en cada mesa se encuentra la más variada muestra de la comida valluna, entre piques machos, sillpanchos, chajchus y ajíes de fideo, suculentamente acompañados de tutumas de chicha y vasos de cerveza y singani.

Para el antropólogo e investigador José Antonio Rocha, las celebraciones de Todos Santos en el mundo andino tienen sobre todo una esencia de “espiritualidad”, más allá de su contenido cultural y tradicional. Rocha entiende la espiritualidad como “fuerza, vigor y vida” que sostienen el complejo de la cosmovisión andina, según la cual existen los mundos de abajo, arriba y de aquí. “Nuestra manera de ver las cosas, kawsayninchej, conjuga las tres dimensiones señaladas, la economía, la política, el arte, las tradiciones y la cultura, además de lo cotidiano de la vida, en la que se ríe y se llora”, manifestó anteriormente a este diario.

Explicó que, en el mundo andino, la vida es asumida de manera integral, cíclica y complementaria. Destacó la espiritualidad de los rituales de Todos Santos por su cercanía e interioridad, puesto que por ejemplo el mast’aku tiene lugar en todas las casas, sin que la gente tenga necesidad de acudir a un templo. Indicó que las celebraciones deben llevarse a cabo con el objetivo de lograr procesos de cambio en la sociedad. “Seguimos haciendo mast’aku, pero a la vez seguimos viviendo en desencuentro. No podemos quedarnos solo con ciertas evocaciones, hacemos el mast’aku para recibir bendiciones, cosechar mejores productos, pero a la vez para tener una mejor sociedad”.