Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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ÉTICA PERIODÍSTICA

La experiencia de la autorregulación

La experiencia de la autorregulación
La autorregulación periodística, pese a todo lo avanzado sobre la materia en el país, es aún calificada por algunos como un tabú, una suerte de “cosa prohibida”, tanto entre quienes desempeñan la labor de informadores como entre determinados sectores de la sociedad, en particular los más ligados a la actividad política.

Sucede que, en un caso, no faltan los que sostienen que no puede ni debe haber cortapisa alguna para la libertad de prensa, de modo que ni siquiera se tendría que reparar en consideraciones éticas al ejercer la prerrogativa de informar al público. En el otro caso, están aquellos que argumentan en pro de aplicar controles rígidos y extendidos sobre el periodismo porque, en su criterio, este incurriría frecuentemente en un uso abusivo de esa libertad y existiría una “excesiva libertad” que necesita límites claros.

En consecuencia, lo que suele aflorar en el debate sobre el tema es una polarización dañina para el periodismo y sus operadores, al igual que para el conjunto de la sociedad, pues no se trata de que el campo de la información, la opinión y la interpretación noticiosas sea asumido como una “tierra de nadie” ni de que se convierta en un objeto de férrea regulación.

Y es ahí donde la institución de la autorregulación adquiere toda su relevancia, pues se trata de un sistema de consenso que tiene la capacidad de promover una gestión coherente y moralmente fundada no apenas de la clásica libertad de prensa, sino del derecho a la información en los órganos de difusión.

La autorregulación periodística implica la existencia de un código deontológico creado, aceptado y sostenido en el seno de las organizaciones del periodismo y consistente con los principios internacionales definidos sobre el particular, conjunto de reglas que debe ser conocido y empleado de manera obligatoria por medios de información y periodistas para garantizar relaciones constructivas, respetuosas y de servicio entre periodismo, sociedad y Estado.

Afortunadamente, desde 2010 los hechos han venido demostrando que este mecanismo, a cargo en Bolivia del Tribunal Nacional de Ética Periodística (TNEP), es la vía requerida para conseguir ese propósito.