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  • Diario Digital | jueves, 18 de abril de 2024
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OJO DE  VIDRIO

Palíndromos del Turi

Palíndromos del Turi
Tenía un amor incurable por las palabras y las combinaba al derecho y al revés, ya resolviendo crucigramas, ya escribiendo esta maravilla poética que en números se llama capicúa y, en letras, palíndromos.

Gracias a Ricardo Serrano, de Editorial El País, se conoce “Palíndromos”, este hermoso libro editado en Santa Cruz, del cual recibo un comentario firmado por mi buen amigo Andrés Canedo: “(…) Su mente, diría, es casi matemática, su visión es como la de un espejo que tuviera conciencia de que lo que está reflejado en él, es exactamente lo inverso de lo que genera el reflejo. Uno de mis estudiantes del colegio, Fabián Canedo, me trajo un libro de ‘Palíndromos’ de un cochabambino llamado Eduardo Torrico Laserna, y no dejé de admirarme de algunas de aquellas construcciones (que sabemos por el prólogo escrito por el querido Ramón Rocha) fueron recuperadas generalmente de servilletas que Torrico escribía en los cafés y en los bares. Recuerdo por ejemplo: ‘Desearte trae sed’ o ‘Amar dará drama’, en las que además del complicado ingenio que permite la lectura al derecho y al revés, hay en estas frases u oraciones una cierta poética. Había en el libro, claro, muchísimos más que los que acabo de citar, algunos incluso de numerosas palabras. Y uno no deja de admirar esa extraña capacidad, ese talento que tal vez no sea precisamente artístico, pero que tiene mucho que lo hace admirable. (...) Ramón Rocha nos cuenta en el prólogo que en el quechua hay muchos palíndromos y que las élites incas solían utilizarlos como parte de un lenguaje sagrado. A mí, el leer este libro, me produjo, además de admiración, un poco de tristeza, porque uno siente de golpe la realidad de una de las bellas (pero inútiles) características de la condición humana: dedicar el tiempo y el ingenio a algo que a casi nadie interesa. Alguien pragmático diría: ‘¿Por qué no dedicar el tiempo y la habilidad a ganar dinero?’. Otros expresarían: ‘¿Por qué Torrico no se puso a escribir literatura?’ (…). El cariño que Ramón expresa en su prólogo por el autor de los palíndromos nos hace saber que siempre habrá otra alma que vibre con nosotros y, claro, estas palabras confirman lo dicho por él”.

Para mi amigo Andrés, debo decir que Eduardo Torrico Laserna fue un arquitecto renombrado, un gran docente preocupado por los proyectos de sus alumnos y un habitué de cafés donde andaba maquinando palíndromos y los repartía como golosinas, a manos llenas. La Fundación Torrico Zamudio la dirige su hermano José, en homenaje al fotógrafo más importante de Bolivia en blanco y negro, el abuelo del Turi: el Turista Torrico.