Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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COLECTIVO TELARTES

Pre-cumbres, pre-párate

Pre-cumbres, pre-párate
Ya se anunciaron las precumbres de cultura en todos los departamentos. Desde ya, muchos tenemos prejuicios sobre su utilidad: se ha perdido gran energía en cumbres, congresos, consejos, y eso nos tiene en cierto modo alertas. Sabemos que es muy fácil perder el rumbo de las acciones. No hay mucha confianza en las instituciones culturales estatales, eso ya lo sabemos. Ahora bien, creo que sería interesante poner atención en el otro lado de la mesa de negociaciones. Quienes hacemos, producimos, estudiamos, pensamos, vivimos las expresiones culturales, ¿estamos listos para dejar de lado nuestros intereses particulares para la búsqueda del bien común?

En los últimos meses hemos visto una serie de reuniones, diálogos, encuentros, discusiones, donde se han generado asociaciones, sindicatos, redes, para tratar de conciliar —primero en agrupaciones de intereses y luego en asociaciones sectoriales— los puntos necesarios para el abordaje de leyes y políticas. No venimos de cero, ya se avanzaron varias propuestas y hubo otros congresos donde se abordaron varios de estos temas.

La mayor parte de las propuestas que se encuentran disponibles tienen algunos puntos comunes, como la necesidad de procesos de formación, de reconocimiento del trabajo, libertad de asociación, formas de protección social, tributación, fomento y generación de fondos, nuevas figuras de reconocimiento de los derechos de autoría y propiedad intelectual.

Hay dos cosas que me preocupan: la primera es que muchos de los artistas, cultores y gestores esperan que sea el Estado quien resuelva todos sus problemas, cuando sabemos que tal cosa no es posible. Eso, claro, sin negar que la participación estatal hasta ahora ha sido cuando menos deficiente, sin políticas y norte claro. Justo por eso no creo que sea posible que en una cumbre se logre compensar esta ausencia de políticas.

La segunda es la capacidad de los cultores para dejar de lado los intereses individuales. ¿Podremos pensar en las condiciones de los otros artistas? ¿Solo pedimos al Estado sin dar nada a cambio? ¿Logramos incluir a todos los géneros y expresiones en nuestras propuestas o solo pensamos en nuestro sector? ¿La mirada que se tiene de artista es inclusiva, que también reconozca (por ejemplo) el trabajo de tejedores y tatuadores, o nos quedamos en las expresiones tradicionales?

Quizá este sea el momento propicio para hacernos estas y otras preguntas para llegar, así, a las precumbres regionales con ideas de trabajo, propuestas y capacidad de concertación.