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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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PARALAJES

Aislacionismo americano

Aislacionismo americano
El no-intervencionismo es una doctrina diplomática que adoptan algunos estados como principio fundamental que guía sus relaciones con otros estados o naciones. Como el nombre lo indica básicamente consiste en rehusar a, o evitar al máximo, inmiscuirse en los asuntos internos de otros estados, y de tomar partido en situaciones de disputa entre estados. Asimismo, rechaza toda forma de guerra, excepto en casos de autodefensa frente a una agresión externa. Una forma más radical de esta postura es el aislacionismo. Paraguay en el siglo XIX, bajo el mando del Dr. Francia, fue una nación aislacionista extrema. En los EEUU, aislacionismo se toma prácticamente como sinónimo de no-intervencionismo. A muchos causará sorpresa saber que el aislacionismo fue muy popular y endémico a través de la historia de la poderosa nación del norte. En efecto, desde su fundación hasta casi el final del siglo XIX, el no-intervencionismo fue política oficial de su gobierno –oficial, puesto que no siempre coincidió con la política factual, en cuanto se refiere a sus vecinos al Sur. Este no-intervencionismo sobre todo estaba referido a los asuntos del Viejo Mundo. Se consideraba la voluntad de intervención como un rasgo del imperialismo, algo generalmente despreciado por la mentalidad estadounidense de entonces. Así el aislacionismo era una expresión la auto-rectitud americana.

Esto cambió en la última década del siglo XIX. La guerra de 1898 contra España fue el acto inaugural del imperialismo americano, a tiempo que la tumba del español. Sin embargo, el aislacionismo continuó vigente. Ante la Gran Guerra de 1914, la reacción inmediata americana fue abstenerse de intervenir. La élite política tuvo que trabajar incesantemente, creando en el camino la industria moderna de propaganda y RRPP, para lograr que el pueblo yanqui estuviera dispuesto a ingresar a la guerra europea. Finalmente ocurrió en 1917, tras el hundimiento de un buque civil por parte de los submarinos alemanes. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, EEUU evitó participar de las hostilidades, hasta el ataque japonés a Pearl Harbor. Luego de dicha guerra, EEUU adoptó un nuevo rol. La Guerra Fría cambió el balance de poder y Europa Occidental se puso bajo “el paraguas nuclear” americano. El aislacionismo perdió vigencia.

Difícil imaginar a EEUU abrazando el no-intervencionismo. No obstante, es uno de los pilares del discurso público del errático Donald Trump. Es un “paleo-conservador”. Desde Calvin Coolidge, en la década del 20, no hubo una presidencia americana tan proclive al aislacionismo. El primer acto de Trump, fue retirar a EEUU del TPP, lo que favorece a China. Luego decidió retirarse del acuerdo de París sobre cambio climático. Pretende renegociar el NAFTA, acaso marginando a México. Ha anunciado que abandonará el acuerdo nuclear logrado con Irán. El último acto en esta política de repliegue ha sido la renuncia de EEUU a la Unesco. No es la primera vez: Reagan decidió abandonar la Unesco, a principios de los 80, y con los neoconservadores, en el período de George W. Bush, EEUU retornó al organismo. La intempestiva decisión ha sido muy criticada. EEUU mantiene, en términos absolutos, el mayor nivel de gasto en investigación y aportaba más del 20 por ciento del presupuesto de la Unesco. Es un acto coherente con el neonacionalismo que representa Trump y la desconfianza de los nacionalistas yanquis ante la ONU. Pero EEUU no tomó esta decisión aisladamente.

Lo hizo con Israel, bajo la justificación de que la Unesco tiene un sesgo antisemita. Interpela a y resuena con el sentimiento aislacionista de la base electoral de Trump, pero no es un acto realmente aislacionista. Se trata del abandono del multilateralismo que caracterizó al gobierno de Obama, al de Clinton y los anteriores a él. Es unilateralismo, en medio de una imparable globalización.