Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 16:15

CONSTRUIR COMUNIDAD

Rocío y Marc

Rocío y Marc
Rocío tiene los cabellos crespos, los ojos que se fijan en alguien cuando habla, y siempre que se mueve lo hace con mucha soltura, casi como si estuviera en un escenario. Marc tiene los cabellos grises, sus ojos son claros y muy curiosos, y su delgado cuerpo se mueve muy rápido, pero en silencio. Rocío Chaveste es mexicana, Marc Craps es belga, ambos son referentes académicos en técnicas colaborativas y dialógicas, y nos regalaron el lujo de tenerlos juntos en una capacitación durante toda la semana pasada.

Rocío nos mostró cómo, partiendo de un respeto profundo por el otro, se puede construir un diálogo que permita crecer a los dialogantes y, en el proceso, construir soluciones a problemas comunes. Nos mostró cuán necesario es construir un lenguaje común entre quienes dialogan, solamente así se pueden generar significados compartidos y comprendidos completamente entre los dialogantes.

Marc generó dinámicas con las que trabajamos el diálogo con los otros y con nosotros mismos, nos mostró cómo la escucha activa se convierte en una condición sine qua non para generar diálogos reales. Esto, que parece obvio, es lo que tiene polarizada a nuestra clase política hace ya varias décadas. Si analizamos los discursos de los políticos en los últimos 35 años, la constante es el dedo que señala al otro (no importa si es oficialista u opositor) como responsable de todos los males. Existe una incapacidad patológica a plantear soluciones, y esa lógica ha permeado al resto de la sociedad: nos enfocamos en quién tiene la culpa y no en plantear soluciones.

Las herramientas trabajadas en el taller nos mostraron una nueva manera de entender el diálogo, una en la que no se parte de la culpa, sino del “no saber”, pero no como sinónimo de ignorancia, sino como mecanismo de duda real (no pregunto para confirmar mis prejuicios, pregunto para salir de dudas). Desde esta perspectiva, las soluciones son construidas, no son impuestas.

Y en esa última idea reside el reto más grande para los investigadores, pues implica quitarse la impostura académica que normalmente impide ver más allá de los postulados teóricos y partir de las necesidades reales de los beneficiarios, y a partir del diálogo con ellos, co-construir las soluciones con base en las ideas de todos los implicados directamente.

Pero el reto no es solamente para los investigadores, sino para todos los participantes. Históricamente, los pueblos de lo que ahora es el territorio boliviano han tenido tradiciones eminentemente orales y, sin embargo, hemos perdido la capacidad de escuchar al otro, nos concentramos en reforzar nuestras ideas en las opiniones de los demás, nos hemos acostumbrado a entablar dos monólogos en vez de un diálogo.

Durante los cinco días de taller, aprendimos a hacer preguntas que generen conocimiento, estrategias que permiten analizar lo escuchado, metodologías para trabajar dialógicamente en grupos grandes, técnicas de entrevista para grupos pequeños, pero lo más importante es que aprendimos que la lógica colaborativa y dialógica requiere no solamente de aplicar estas herramientas sino, y sobre todo, un cambio en la actitud de cada uno hacia el otro, hacia sus ideas y sensaciones, aprendimos que todo se basa en el respeto, la sencillez y la generosidad, y lo aprendimos con el ejemplo de Rocío y Marc.