Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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SERENDIPIA

No ocurre hasta que ocurre

No ocurre hasta que ocurre

Sin ánimo de ser exagerado o lo que podría ser peor, “ave de mal agüero”, quiero referirme a miles de personas que cada día arriesgan su tiempo, paz mental, seguridad y, en última instancia —pero no menos importante—, su vida. Y es que miles de pasajeros utilizan cada día los servicios de la línea bandera boliviana. En algunos casos, porque no queda otra. Como una boa que devora otros seres, nuestra empresa se ha ido comiendo rutas y frecuencias de otras líneas.

Comencemos con lo que es noticia estos días. ¿Habrá un registro de las demoras de los vuelos? Probablemente los de la empresa en cuestión la tengan. Sin embargo, solo hay que prestar atención a las redes sociales para ver que un número significativo de vuelos tiene demora. Y esto es un problema por cada pasajero que tiene una historia personal que contar de los innumerables perjuicios.

“Desde enero hubo ocho incidentes en vuelos de BOA”, dice el titular de un periódico. La nota indica que dos de ellos fueron calificados como “graves”, según la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Incidentes en vuelos son palabras mayores. Que sucedan a razón de uno al mes, es gravísimo. Y eso es lo que me deja más preocupado, porque se está jugando con fuego en una casa de cartón.

Para muestra, un botón: el escándalo que vivimos en noviembre del año pasado cuando el avión de LaMía se estrelló cobrando la vida de más de 70 personas. No puede borrarse de nuestra memoria la osada actitud del piloto, la inoperancia de la DGAC y quien sabe de quienes más, que actuaron de manera criminal.

Un retraso, aunque sea de minutos, es un problema serio. Los percances son más graves aún. El problema radica en que no hay a quién quejarse, no hay quien abogue por los ciudadanos. La Autoridad de Regulación de Transportes y las autoridades involucradas no dicen ni hacen nada, pues no tienen independencia en su funcionamiento y están subordinadas a la voluntad del “jefazo”. Y claro, a él tampoco le preocupa, porque él tiene avión estatal a su servicio. Mientras tanto, los ciudadanos somos afectados. Ojalá esto no sea “una crónica de una tragedia anunciada”, pues luego saldrán unos a decir que lo advirtieron y otros que investigarán el hecho. Los accidentes ocurren cuando ocurren, no antes.