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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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El referendo catalán y el 2008

El referendo catalán y el 2008
Octubre comenzó mal en el mundo. En medio de la escalada de la retórica beligerante entre Estados Unidos y Corea del Norte, se produjo la votación independentista catalana y, un día después, la masacre en Las Vegas. Acerca de este segundo hecho, el planeta entero observó azorado las violentas imágenes de la dura represión contra un pueblo. No se trataba de Venezuela ni de otra nación del llamado “tercer mundo”. Era España el escenario en el que, por órdenes del presidente ibérico del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, agentes apaleaban a ciudadanos que querían expresar su criterio en una controvertida consulta.

Producto de tales enfrentamientos, se lamentó la inconcebible cifra de casi 900 heridos, la gran mayoría de civiles que exigían sufragar. Este saldo recordó a no pocos la época negra del franquismo, cuando se suspendieron todas las garantías democráticas y se gobernó con total violencia.

Salvando las considerables distancias, estos sucesos nos trajeron a la memoria asimismo lo ocurrido en Bolivia a mediados de 2008, cuando una crisis no resuelta comenzó a agravarse. “935 mil cruceños habilitados para votar” y “Anuncian multitudinaria y pacífica concentración contra referendo”, tituló OPINIÓN el 4 de mayo de ese año, cuando el prefecto y cívicos de Santa Cruz convocaron a una consulta autonomista, calificada por el Gobierno de “ilegal y sediciosa”.

En el suplemento Escenario Político de ese día, un cable de Reuters sintetizó las causas profundas: “El referendo en Santa Cruz, en el oriente de la nación, es un abierto desafío al izquierdista presidente Evo Morales, cuyo plan de nacionalización de los recursos naturales y promesas de reformar la Constitución para darle más poder a la mayoría indígena encrespó a la oposición de derecha”.

Un día después, se recogieron las reacciones: “Santa Cruz plantea un acuerdo nacional y Evo convoca a los prefectos”, “Masivo cabildo rechazó el referendo”, con el adelanto: “Ganó este domingo el Sí al Estatuto Autonómico en el referendo departamental de Santa Cruz. Las primeras informaciones en boca de urna revelan que el 86 por ciento del total de personas que votaron en las provincias y la capital cruceña, dijeron Sí al Estatuto Autonómico y el 39 por ciento de los registrados en el padrón electoral de Santa Cruz se abstuvieron de acudir a las urnas. La consulta cívica de Santa Cruz transcurrió en medio de hechos de violencia desde las primeras horas”.

El editorial del diario llamó a la calma: “La experiencia política de Santa Cruz debe ser analizada con mucho cuidado. Sus potencialidades son tan vastas, que puede derivar en extremos imprevistos”. Pero ya se avizoraba lo complicado de la situación. “Es posible que Bolivia celebre 13 referendos este año”, tituló OPINIÓN el 11 de mayo. Y es que no solamente varias regiones de prefectos opositores comenzaban a llamar a sus propias consultas, también el Gobierno preparaba una ley de referendo revocatorio. La tensión entre las partes no dejaba en claro los alcances de los procesos. A pesar de todo, el día de las urnas llegó. Los encabezados del 11 de agosto fueron: “Evo triunfador convoca al diálogo y a la unidad”, “El prefecto de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, fue revocado” y “Los cuatro prefectos de la Media Luna se fortalecen”.

El problema estaba lejos de solucionarse, pero, dando una lección que bien podría ser aprovechada por Rajoy, los bolivianos supimos superarlo mediante el diálogo, una nueva Constitución y en las urnas, con violencia, sí, pero no de la masiva magnitud de lo ocurrido el domingo. A su pesar, tuvo el Gobierno que apropiarse de las autonomías e incluso impulsar nuevas consultas que reconoció legales. Desde luego, la oposición también tuvo que ceder recortando su ambición de cuasi independencias regionales, pero consolidando la elección de autoridades propias y el uso libre de sus recursos asignados.