Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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PEZ ESPADA

In memoriam Sergio Almaraz Paz

In memoriam Sergio Almaraz Paz
¿A qué se debe la negación de uno de los ensayistas más importantes de nuestros tiempos? ¿Por qué es tan difícil encontrar libros de Almaraz, como base bibliográfica para estudios y análisis en escuelas y universidades?

Esta mutilación permanente de la narrativa sobre autores como René Zabaleta, Carlos Montenegro o Marcelo Quiroga Santa Cruz es producto de un estructurado proceso de dominación cultural que nos mantiene rehenes de nuestra propia historia.

Sergio Almaraz nació en los años 30. Gran parte de la población estaba constituida por indígenas que trabajaban en las haciendas o en comunidades bajo agricultura de subsistencia. La clase dominante estaba compuesta por una élite de hacendados, mineros, comerciantes, industriales y profesionales que detentaban la administración pública y una clase media urbana servicial. En 1932, bajo el impacto de la Guerra del Chaco comenzó a manifestarse la divergencia de intereses entre los estratos, iniciándose un lento proceso de deslegitimación del sistema. Los sectores medios compararon con disgusto a su sociedad con la de los países avanzados, percibiendo con claridad una situación en la que la falta de movilidad social les impide un desarrollo aceptable.

Almaraz describió muy bien el contexto boliviano a través de sus libros. En el primero, “Petróleo en Bolivia” (1957), narra que el petróleo es un tema a partir del cual se producirían alianzas y divisiones en las fuerzas sociales, pues el bienestar o la ruina del país dependía de la política que la nación siguiera en materia de hidrocarburos. En 1966, en “El poder y la caída”, analiza el proceso de formación de nuestra sociedad como una totalidad concreta y articulada en sus diversos niveles: economía, clases sociales, cultura, ética y política, además de brindar una gran apreciación sobre los procesos a través de los cuales la fuerza económica se transforma en fuerza política. Y en 1969, en “Réquiem para una República”, conformado por tres ensayos, el autor alcanza la total madurez en el género de la prosa.

La conquista imperial no solo combate con armas tradicionales, sino que además ha encontrado la manera de enterrar toda forma de expresión a través de mecanismos no convencionales. Uno de ellos es el olvido. "Hay que resignarse a escribir en un clima febril bajo la sensación de estar constantemente sobrepasados por el tiempo. Los intelectuales que han aceptado el compromiso no tienen mucho tiempo" (Almaraz).