Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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El daño que Almagro le inflinge a la OEA

Organismo. A este paso, lo único que logrará Almagro será la radicalización de los países y la división tornándose irreconciliable en el seno de un organismo en teoría integrador.<BR>
El daño que Almagro le inflinge a la OEA
En tiempos de una por lo general irracional polarización política, es necesario empezar reiterando dos posturas que hemos expresado a lo largo de los últimos días y semanas, a modo de que el amable lector no acuda al expediente del señalamiento fácil y gratuito.

En primer lugar, pensamos que está claro que, como nosotros, un buen sector de la ciudadanía ve la reciente acción judicial interpuesta por el oficialismo para buscar una repostulación del Presidente como una maniobra que desconoce una votación mayoritaria, legal y legítima, y no le presta atención a los pretendidos justificativos. Y es que lo más correcto para evitar esta interpretación hubiese sido repetir la consulta del 2016.

Reafirmamos de igual modo que no compartimos el total respaldo del Gobierno central a su par venezolano. Por más aliado incondicional que haya tenido el Ejecutivo nacional, no puede pasar por alto la severa crisis y ofrecer un recíproco apoyo, cuando se sabe que hay serios errores políticos y de gestión que deben ser superados, y que hay escasa voluntad para ello.

Ahora bien, dicho esto entramos en materia para, también nuevamente, lamentar el rol que viene jugando el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Y es que el organismo, creado en 1948, si bien en décadas pasadas tuvo buenas iniciativas en cuanto a la defensa de los intereses del hemisferio, no pudo nunca alejar el halo de la injerencia de las potencias, lo que se ha agravado a la cabeza del uruguayo.

“Desde el mismo momento de su nacimiento, la OEA se enfrentó a las visiones propias de los países latinoamericanos y caribeños (…). Decir que está dirigida por Estados Unidos no resulta un brindis a la retórica antiimperialista. No hay más que ver su financiamiento para entender de modo claro a quién obedece y para quién trabaja. Estados Unidos financia el 80 por ciento del presupuesto del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que se ha convertido en los últimos años en la principal punta de lanza contra el Gobierno (...) de Venezuela”, señala un artículo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica.

Y, más allá del mencionado Sistema, desde que en mayo de 2015 asumió el máximo cargo del organismo, Almagro no ha hecho más que profundizar los ataques contra el Gobierno de Maduro y ahora opina muy alegremente sobre Bolivia, tomando partido explícitamente y sin matices, y así renunciando al esperado rol de mediador de crisis o controversias.

La semana que se va, el que fuera ministro de José Mujica —ahora asimismo su crítico— señaló en Twitter que el presidente Morales "deberá respetar decisión popular que dijo No a reelección. Ningún juez puede levantar el dictamen del único soberano: el pueblo". El canciller Fernando Huanacuni sostuvo que este mensaje es una injerencia. "Le puedo decir a Almagro que primero lea su manual de funciones como secretario general de la OEA (...). Tiene funciones específicas que los estados le han delegado y no le han delegado para injerencias ni vulnerar la soberanía política". Esta es una protesta que, más allá del tema de la repostulación, compartimos. Lo hacemos además en el marco de la misma Carta de la OEA, que establece lo que debería ser el marco de acción de un Secretario General: “En concordancia con la acción y la política decididas por la Asamblea General y con las resoluciones pertinentes de los Consejos, la Secretaría General promoverá las relaciones económicas, sociales, jurídicas, educativas, científicas y culturales entre todos los estados miembros de la Organización, con especial énfasis en la cooperación para la eliminación de la pobreza crítica”.

Nos preguntamos, pues, si apresurarse en tomar bando y usar el Twitter al mejor estilo del republicano Donald Trump contribuye a promover las relaciones entre los estados. A este paso, lo único que logrará el uruguayo será la radicalización de los países y la división tornándose irreconciliable en el seno de un organismo en teoría integrador.