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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Somos una rapsodia bohemia

Somos una rapsodia bohemia
Bohemia es una zona en la actual República Checa, donde Fausto, el clásico de Goethe, hace un pacto con Mefistófeles, intercambiando su alma por conocimiento ilimitado y placeres mundanos. Una rapsodia es un formato musical que combina diferentes ritmos y estilos en una sola pieza (la Rapsodia Húngara de Liszt es un ejemplo de ella). La canción comienza con voces angelicales que, desde el más allá, están despertando al protagonista. “Abre tus ojos”, “no hay escape a la realidad”. Alguien será juzgado por lo que hizo. El protagonista es un hombre atribulado que ha matado a una persona y le cuenta a su madre el infortunio. Lo mató de un disparo y desea ni haber nacido. La madre responde, pero no con palabras, sino con las notas de la guitarra de Brian May en forma de solo que, literalmente, llora por la tragedia. Pero algo inesperado sucede. La canción balada se vuelve en un trozo de ópera. Farrokh Bulsara, un niño talentoso nacido en Zanzíbar, de padres británicos y con una sólida educación en música, iba a probarle a todo el mundo lo que sabía y sentía, pero con otro nombre: Freddie Mercury.

Scaramouche es un personaje de la Comedia del Arte Italiana que siempre aparece, con guitarra en mano, para entretener. El protagonista le pregunta “si interpretará el Fandango” (baile típico español de 1700), y luego vienen “rayos y centellas” que lo asustan. Clama entonces por Galileo, pero no necesariamente Galilei, científico del Renacimiento, sino, tal vez su padre, Vincenzo Galileo, destacado músico que dio origen al Barroco y probablemente a las primeras formas de ópera. Mercury sabía a qué santo arrimarse. Su voz se dobla en cinco tonos diciendo “Magnifico”, curiosamente, una alegoría al “Magnificat” de Bach, que también se abre en cinco voces. Pero es hora de negociar. El protagonista ha cometido un crimen y debe clamar por su vida. Pregunta “si me dejarás ir” a Bismillah (antigua forma musulmana para decir “En nombre de Alá”). Pero no lo dejarán ir; así que clama por la única que puede interceder por él, y grita “Oh, mama mía”, ayúdame porque “Belzebú ha puesto un diablo para mí”. Viene la mejor parte. Rock en su pura esencia porque Belzebú responde: “¿Así que piensas que puedes apedrearme y escupirme en mi ojo? ¿Crees que puedes amarme y dejarme morir?”. Teníamos un trato y no te me vas a escapar. El protagonista asume su fatal destino y dice: “Nada me importa”, pero, hacia el final, la coda de esta canción sube de tono, y las voces angelicales vuelven y dicen: “De todos modos, el viento sopla”, y un dulce gong cierra el telón. Es final abierto. Puede que sea nuestra propia historia.