Opinión Bolivia

  • Diario Digital | lunes, 18 de marzo de 2024
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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

La intolerancia

La intolerancia
Vivimos la época de la virtualización de la realidad. Con cierta uniformidad, pretendemos imponer a diversas culturas la mundialización de la imagen, modificando, tal cual torbellino, las relaciones de cada sociedad con su medio. Esto se vive tan rápidamente que, cuando nos damos cuenta, ya se produjeron nuevos cambios. La historia se acelera, se reducen las fronteras; el espacio y el tiempo se vuelven relativos, se acortan las distancias en el planeta; los conflictos interétnicos se vuelven muy intensos y la política de las grandes potencias pone en peligro la estabilidad de la vida.

Tal cual filme de Hollywood, en lugares remotos (para este lado del mundo) los extremistas religiosos se sumergen en crueles cruzadas contra la vida de inocentes, surgiendo, al mismo tiempo, nuevos movimientos religiosos, nuevas culturas, creencias, formas de ser y organización. Se crean nuevos mitos y ritos.

La alteridad, concepto antropológico que surge con la modernidad y que no es más que ponerse en el lugar del otro, nace en la confrontación con la diversidad, con las distintas alteridades. Es por ello que el mundo atraviesa una crisis de identidad. La mayor crisis es la incapacidad de conocer, reconocer, valorar, respetar, tolerar y convivir con las diferentes formas de ser y conceptualizaciones del otro, del semejante que es diferente.

En nuestro medio, vivimos todos los días situaciones de intolerancia manifiesta: al subir al trufi, al hacer fila en cualquier lugar, caminando en la calle las personas te vadean. Ya no hay respeto. Si tienes la suerte de conocer tus derechos, puedes defenderte. Pero, ¿tendremos que vivir siempre a la defensiva?

Frente a esta realidad, en la que la intolerancia se pasea campante, nuestra misión es contribuir a que la humanidad mire más allá de las apariencias de los seres, de las cosas y los hechos, ayudándonos a salir de la oscuridad, la que nos impide valorar a cabalidad las diversas dimensiones de la realidad y sus implicancias. Ojo, debemos aportar con nuestros saberes, pero no debemos creer que tenemos la última palabra. En todo caso, es responsabilidad del ser humano dar nuevo sentido a la existencia, para que todo esté marcado por la razón y por el corazón, para que la humanidad se recupere a sí misma y pueda revitalizar sus proyectos y sus sueños, sus potencialidades, el amor, la alegría, la dignidad; hitos necesarios para seguir la trama infinita de la vida, con esperanza y solidaridad.

El desafío de una humanidad intercultural y armónica es aprender a tejer relacionamiento de sentido ético e igualitario con la alteridad, y no simplemente crear nuevos escenarios. Este desafío, para que sea valedero, debe involucrar una situación sociopolítica comprometida con la vida.

Es esencial, entonces, construir una visión diferente de la alteridad, absolutamente ajena a toda visión etnocéntrica que implique un menoscabo del "otro". De tal forma que, ante la falta de sentido y de valores que enfrenta la humanidad, se deba pensar en el indiscutible deber de respetar y valorar la convivencia armoniosa con la pluralidad, la diversidad, la alteridad y la diferencia, para construir, en forma solidaria, sociedades interculturales basadas en el respeto y tolerancia.