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El Cristo roto de Bojayá

El Cristo roto de Bojayá
El año 2002, las FARC lanzaron un balón de gas al interior del templo de Bojayá, en Colombia, allí murieron cien personas y la imagen de Cristo crucificado quedó mutilada de pies y manos.

El Cristo roto de Bojayá sigue hoy en día en ese templo. Así, sin piernas ni brazos, simboliza el dolor y sufrimiento del pueblo colombiano; representa a las víctimas de la violencia y también a los victimarios, refleja todo aquello que los colombianos han dejado mutilado: proyectos, familias y la vida de un país herido por el odio.

En ese mismo lugar, la semana pasada, el papa Francisco envió un mensaje de reconciliación que refuerza el proceso de paz. Durante la ceremonia, una mujer tomó la palabra diciendo: “Hoy doy gracias a Dios en nombre propio y en el de las miles de víctimas, que se han sobrepuesto a tener la capacidad de nombrar lo innombrable y de perdonar lo imperdonable. Me llamo Pastora Mira García, soy católica y en varias ocasiones víctima de la violencia”.

Mira García contó que siendo niña habían asesinado a su padre. Relató también que en 2001 los paramilitares desaparecieron a su hija Sandra Paola, de quien encontró su cadáver solo después de haberla llorado por siete años.

Narró también que en 2005 asesinaron a su hijo menor, Jorge Aníbal. Y que casualmente atendió a un joven que resultó ser el asesino de su hijo. “Ahora coloco este dolor y el sufrimiento de las miles de víctimas a los pies de Jesús (…) y que la paz triunfe en Colombia”.

Francisco escuchó este y otros testimonios y luego, con la sencillez que lo caracteriza, envió su mensaje al pueblo colombiano diciendo: “Queridos hermanos y hermanas: Desde el primer día deseaba que llegara este momento de nuestro encuentro. Ustedes llevan en su corazón y en su carne huellas, las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad y de alto valor espiritual de fe y esperanza”.

El Papa afirmó que todos han sido víctimas de la violencia. Tanto los que la han sufrido como quienes la han utilizado. Por este motivo hizo un llamado para que el pueblo colombiano perdone: “Sanemos aquel dolor y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se compromete a reparar (…).”

Bergoglio pidió a los colombianos que no tengan miedo de decir la verdad, puesto que esta es compañera de la justicia y la misericordia. “La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos”. Con esta afirmación Francisco se puso del lado del perdón y no así de la impunidad.

El Papa subrayó que no se puede vivir del rencor y afirmó que solo el amor libera y construye. Dios quiera que el perdón libere los corazones de los colombianos y que sea también una actitud cotidiana en la construcción de una nueva humanidad. Dios quiera que todos los seres humanos aprendamos a pedir perdón y a perdonar, solo así evitaremos más cristos mutilados por la violencia.