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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Quillacollo, entre la fe y el caos

Unidad. De nada sirve que sus autoridades municipales llamen a la unidad en el municipio de Quillacollo, cuando las divergencias políticas entre ellas afloran cada día.<BR>
Quillacollo, entre la fe y el caos
La provincia de Quillacollo, conocida por ser Tierra de la Integración Nacional y sede de la Virgen de Urcupiña, cumplirá este 14 de septiembre 112 años de creación. Sin embargo, por coincidir con el aniversario del departamento de Cochabamba, sus autoridades y el pueblo quillacolleño adelantaron los festejos: desfiles, serenata e inauguración de obras.

Quillacollo es una tierra próspera, que en las últimas décadas ha crecido aceleradamente, al punto que se ha convertido en la tercera provincia con mayor cantidad de habitantes después de Cercado y Sacaba.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2012, año del Censo Nacional de Población y Vivienda, Quillacollo tenía 342.189 habitantes. Sin embargo, la última estadística señala que esa cantidad hoy alcanza a 374.117 personas.

Es una ciudad cada vez más poblada, pero también más caótica por el crecimiento desmedido del transporte público y la falta de un plan de reordenamiento vehicular.

Solo basta llegar a la populosa plaza Bolívar, donde el caos vehicular salta a primera vista. Así como también el comercio informal que se ha apoderado de las aceras e incluso las calles.

Llegar al templo, donde miles de devotos veneran a la Patrona de la Integración Nacional, es toda una travesía, porque no solo hay que lidiar con los carros tanto de transporte público como privado, sino también con los comerciantes que han convertido el trayecto en un mercado desordenado.

Con los años y pese a los controles que la Intendencia quillacolleña realiza, la situación ha tendido a empeorar, sin que nada ni nadie frene ese caos que afea a la ciudad.

Pero Quillacollo no solo tiene problemas de transporte o de comercio, sino también de alcantarillado, un tema que el actual alcalde Eduardo Mérida intenta solucionar.

Sin embargo, el avance para resolver este problema que afecta a varias zonas de la tierra quillacolleña es mínimo. La autoridad municipal reconoce que el cambio del sistema de alcantarillado apenas avanzó un 20 por ciento , porcentaje mínimo pero a la vez significativo porque asegura que desde hace tres años se trabaja en ello.

A esto se suma el problema del agua potable, un servicio que no todos los habitantes tienen acceso como lo quisieran. Una parte de la población, todavía se provee de pozos profundos que se han excavado en diferentes zonas.

Asimismo, y hasta ahora, el pueblo de la Virgen de Urcupiña no cuenta con el ducto necesario para recibir las aguas del Proyecto Múltiple Misicuni, que desde hace unos días ya provee del líquido a la población de Cochabamba.

Quillacollo necesita de acciones estructurales si acaso pretende tener un cambio. Si bien hay voluntad de algunas autoridades, las diferencias políticas entre opositores y oficialistas que existen y cada nada afloran, impiden avanzar hacia una solución definitiva.

De nada sirve que sus autoridades llamen a la unidad en su aniversario, si ella no es posible practicarla día a día.

Las divergencias saltan a la vista y en cualquier tema. Hace poco, ni la festividad religiosa de Urcupiña evitó que las autoridades municipales se enfrenten.

Días previos a la famosa Entrada folclórica, se registró una disputa entre la Alcaldía y el Concejo Municipal por la instalación del palco oficial.

Líos como ese son comunes, cuando Quillacollo necesita de un trabajo conjunto entre sus autoridades para encontrar soluciones definitivas a los múltiples problemas que aquejan a la población.

Estas diferencias políticas impiden avanzar. Es tiempo que las autoridades pongan de lado su línea partidaria y trabajen por el pueblo que los ha elegido a través del voto.

El pueblo requiere obras y planes para acabar con conflictos que no contribuyen en nada, simplemente empeoran la imagen de la llamada Tierra de la Integración Nacional.