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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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FORO

Turistas sí deberían pagar impuesto

Turistas sí deberían pagar impuesto
Ay, este Gobierno. No pasa un día sin ejercitar sus impulsos intervencionistas. Un subsidio por acá, una deducción por allá, un fondo de promoción más allá. La última voltereta (o, mejor dicho, la más reciente) es la ley que fomenta la exportación de servicios y el turismo.

La Ley 30641 es una ley del Congreso, es cierto, pero que nace de varios proyectos, entre ellos el 01486/2016-CR, presentado por la bancada oficialista. Este proyecto, prefigurado ya en la campaña presidencial, se refiere justamente a la devolución del impuesto general a las ventas (IGV) a los turistas extranjeros por los servicios de alojamiento y transporte, espectáculos y todo lo que hayan comido y bebido durante su estadía en el país. Se les devolverá también el impuesto selectivo al consumo que hubieran pagado. ¿Qué es lo que motiva tanta generosidad? Pues alcanzar la meta de 8 millones de turistas en el año 2025 que se ha fijado en el Plan Estratégico Nacional Exportador (recatadamente, el PENX).

El Ministerio de Economía y Finanzas ha calculado que, de haber estado vigente esta ley en el 2015, se habría tenido que devolver 433 millones de soles, según refiere la exposición de motivos… aunque probablemente se trate de 433 millones de dólares, una cifra que cuadra mejor con los 3,309 millones de dólares que, de acuerdo con estimados del Banco Central de Reserva, gastaron los turistas extranjeros ese año. Si el gasto de los turistas que llegan al país sigue creciendo 6 por ciento anualmente, en el 2018 habría que devolver más de 500 millones de dólares, mientras el Gobierno suda frío para encontrar suficientes ingresos fiscales para equilibrar un presupuesto que se está incrementando en 15,000 millones de soles.

¿Cuál será el efecto en la llegada de turistas? La ley presume que, al devolvérseles los impuestos, el costo neto de visitar el Perú se abaratará y más extranjeros querrán venir. Una simple aplicación de la ley de la demanda: a menor precio, mayor cantidad. Pero esa lógica falla porque el turista extranjero ya ha revelado lo que está dispuesto a pagar. Nada impide, por tanto, que los proveedores de servicios, en la medida en que puedan distinguir entre el turista extranjero y sus demás clientes, incrementen los precios que cobran al primero, y sobre eso agreguen el IGV, que el turista no tendrá problema en pagar porque sabe que lo va a recuperar al momento de salir del país (...)