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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Bailar ritmos latinos, una actividad prohibida y perseguida en Irán

Bailar ritmos latinos, una actividad prohibida y perseguida en Irán

Para los ulemas de la República Islámica de Irán cualquier tipo de baile está prohibido, especialmente para las mujeres. Sin embargo, muchas de ellas se mueven al ritmo de la zumba y la salsa en los gimnasios recurriendo a diversos trucos. No es extraño escuchar en las fiestas privadas o en los coches los grandes éxitos latinos, pero las autoridades iraníes han decidido reforzar su guerra contra toda esta influencia que consideran "contraria a los valores islámicos".
La zumba, de origen colombiano, siempre estuvo en el punto de mira del Ministerio de Deporte, que este verano volvió a dar un toque de atención recordando que está prohibida su enseñanza en los gimnasios. Durante este mes de agosto se produjo incluso la detención de seis jóvenes acusados de enseñar zumba y grabar videoclips con la intención de cambiar el “estilo de vida” de la República Islámica e instigar a las mujeres a no cubrirse con el velo

Estas circunstancias han llevado a algunos gimnasios de Teherán a suspender de forma temporal estas clases y, a otros, a cambiarlas simplemente de nombre. Así la zumba, puede ser “deporte con música”.
También toman otras precauciones. En ningún centro deportivo dan información sobre estos bailes por teléfono ni los incluyen en sus programas públicos, pero pocos quieren cancelar la zumba, convertida en una de las clases más populares y demandadas en los gimnasios de mujeres.
Fatemeh, hija de un importante clérigo, es uno de los casos sorprendentes de amantes de la zumba. Vestida con un riguroso chador (velo negro que cubre de la cabeza a los pies), explica que este baile le aporta "energía y alegría". En su caso, su gimnasio cambió el nombre de zumba por "aerobic rítmico" tanto en el horario como en el canal de la red social Telegram en la que vendían ropa para esta disciplina con el objetivo –señala– de "no tener problemas".
Pese a ser una mujer de fuertes convicciones religiosas, Fatemeh se muestra muy crítica con esta decisión de los ulemas iraníes: «El islam no prohíbe el baile, pero ellos tienes su propio islam, el de la República Islámica», lamenta.
El argumento de las autoridades es que la zumba incluye «movimientos rítmicos y danza y estos son ilegales bajo cualquier forma y nombre”, según la carta publicada en junio pasado por la Federación General de Deportes. El presidente de la Federación, Ali Maydará, insistió en que ya hace dos años empezaron a investigar esta disciplina y la prohibieron, por lo que –agregó– “ningún gimnasio tiene permiso para dar estas clases”.
Y los locales lo saben, pero parecen dispuestos a capear el temporal. Zahra, una treintañera iraní que abrió un gimnasio hace apenas cinco meses, confiesa que la zumba es una de las prácticas que quiere incluir junto a la salsa, prohibida desde su inicio al tratarse claramente de un baile. De hecho, el son caribeño ya aparece en su programa pero citado con una abreviatura: “Es un riesgo, si viene una inspección puedo tener problemas, pero decidí incluir la salsa porque sabía que tendría éxito”, explica.
“Son ridículas estas prohibiciones contra cualquier tipo de baile. La salsa –continúa Zahra– siempre estuvo prohibida y la zumba, aunque recuerda al aeróbic, estuvo mal vista desde el principio”. El aerobic sí está permitido porque se considera un deporte. Las autoridades también suelen hacer la vista gorda con el ballet y algunos bailes clásicos o tradicionales iraníes, pero otra disciplina que persiguen es el hip hop.
Las clases de salsa de Zahra, al igual que su gimnasio, son solo para mujeres. Como hablamos de un baile en pareja, la profesora se las ingenia para enseñar los pasos básicos sueltos y luego montar coreografías. Inconcebible es dar clases de baile a hombres y mujeres juntos.Quienes optan por esta modalidad lo hacen a escondidas y asumiendo grandes riesgos debido a la segregación de sexos impuesta en Irán.
La joven iraní Moyde impartió durante tres años clases de salsa de forma «clandestina» en un piso alquilado sin ningún tipo de distintivo, ya que los gimnasios están obligados a tener horarios diferenciados para hombres y mujeres. Moyde cuenta que terminó por abandonar su pasión –ahora solo tiene algunos alumnos privados– por las dificultades. El miedo a ser detenida por la Policía si algún vecino la denunciaba la llevó a concluir que “no vale la pena tanto estrés”.