Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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DE FRENTE

¿Y si pensamos mejor?

¿Y si pensamos mejor?
Puede parecer una ingenuidad la pregunta, pero nos resistimos a pensar que después de tantas opiniones muy bien sustentadas contra el trazo definido por el Gobierno para la construcción de la carretera por el corazón del Tipnis, no exista una persona entre los cientos que rodean al Presidente que tenga la sensatez para hacerle ver que lo que está en juego, es el futuro inmediato de más de un millón de habitantes del valle de Cochabamba; que si bien son importantes los compromisos adquiridos con las transnacionales, que posiblemente adelantaron los diezmos por el costo de la controvertida carretera, se puede renegociar para que no se sientan timados, su dinero estará garantizado con esa misma obra, solo con otro diseño, o con otras de las múltiples que impulsan los agentes de la “revolución del cemento y el plástico”.

Pero, el problema mayor está en cómo convencer a los poderosos cocaleros del trópico de Cochabamba a postergar sus aspiraciones, si se hallan muy urgidos de ampliar sus plantaciones en terrenos vírgenes y reemplazar las agotadas tierras que hoy poseen.

El debilitamiento de nutrientes les exige mayores gastos en abono para conseguir la cosecha de tres veces por año, lo que significa una merma a sus jugosas ganancias. Aun cuando ya han invadido el parque Isiboro Sécure, terrenos de la Universidad, etc. su necesidad de tierras para satisfacer las exigencias del floreciente mercado de la droga es tan grande que, llegado el momento, no la pensarían dos veces antes de destruir cuanto obstáculo encuentren en su propósito de contar, sí o sí, con la carretera justo por donde ellos esperan, porque ese es precisamente el lugar que les abrirá el ingreso a la zona más fértil para sus cultivos de la hoja sagrada.

Nada les importa si para lograr sus objetivos tienen que destruir uno de los pocos pulmones que le quedan al país. La amplia experiencia predadora que tienen les dice que se puede impunemente destruir un ecosistema y abandonarlo cuando deja de ser útil para invadir otro, más ahora que tienen el poder político.

Lo real es que bolivianos/as, incluidos quienes nos gobiernan, nos convertimos en rehenes de intereses espurios, todo se tiene que hacer a la medida y los plazos que ellos imponen; y en el caso del Tipnis, ni siquiera nos enteramos que un efecto a corto plazo será que Misicuni no reciba agua suficiente y se convierta en otro elefante blanco.

Es por ello que este es el momento preciso para que nos movilicemos, frenemos la locura destructiva y al unísono digamos al Presidente ¿y si pensamos mejor el trazo de interconexión Cochabamba-Beni procurando el menor daño ambiental posible?