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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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BITÁCORA ECONÓMICA

La década pérdida global

La década pérdida global
El 9 de agosto se cumplió exactamente una década del inicio de la primera gran crisis financiera internacional de este siglo. El detonante fue la caída del banco BNP Paribas, que anunciaba la caída estrepitosa y la pérdida exponencial del valor de varios de sus fondos que habrían invertido en los bonos que luego se denominarían tóxicos. Sin duda alguna, fue un día fatídico para todo el “establishment” económico global, marcando un antes y un después, la línea divisoria de una década de estancamiento sostenido, que ya algunos economistas han venido a denominar “la era del estancamiento secular”.

La pregunta principal que debemos responder es la que hizo la reina Isabel Segunda de Inglaterra: ¿Por qué nadie se dio cuenta de semejante catástrofe financiera? Y una secundaria es si se podría haber hecho algo para evitar la "década perdida" de bajo rendimiento económico desde la crisis.

Una de las razones por las cuales nadie de los que dirigía la economía mundial en ese agosto fatídico logró advertir la magnitud de lo que se venía fue la excesiva autocomplacencia con la idea de que los mercados competitivos y la desregulación financiera eran la fuente de bienestar mundial, y que la obstaculización de su accionar lo único que puede causar es ineficiencia y oportunidades perdidas de generación de riqueza global. Esa idea se hace pedazos cuando el sistema financiero internacional desregulado entra en plena implosión en 2007.

Y la reacción de dichas autoridades globales a la magnitud de las consecuencias como desempleo masivo y decrecimiento del ritmo de producción industrial de las economías más avanzadas ha sido muy débil por no decir ninguna. Entonces, alguien con sensatez también cuestionaría: ¿qué tipo de políticas podrían haber mejorado el crecimiento del producto, el empleo, la estabilidad financiera y la distribución del ingreso?, ¿Por qué ante un conjunto de tantas buenas ideas no se actuó en consecuencia? La respuesta en la aplicación de las mismas se halla en que las autoridades globales compartieron una ideología llamada fundamentalismo de mercado, que es un dogma que no permite tomar un lugar estelar a la acción estatal, aun en estas circunstancias. Los resultados de ese tipo de actuación de los gestores globales han sido una dolorosa “década perdida” para la economía mundial.