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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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SERENDIPIA

Lo público dejó de ser nuestro

Lo público dejó de ser nuestro
Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos cotidianamente viviendo en sociedad están asociados a nuestra incomprensión de la naturaleza de lo público; es decir, nuestra ignorancia de lo público como opuesto a lo privado; de lo público como de todos.

Ese es un tema medular del cual se podrían escribir libros enteros. Ahora solo me detendré a mencionar algunos ejemplos, para rankearlos como los más execrables.

Uno. Comerciantes callejeros —minoristas o mayoristas no importa— que se apropian de las calles y las convierten en su espacio de desenvolvimiento cotidiano; es decir las vuelven su comedor, pista de baile, dormitorio y baño. Ojo, no me refiero solo a las aceras, me refiero también a las calles.

Dos. Transportistas que, al igual que Atila, el jefe de los hunos, por donde pasan dejan desastres. Parquean sus vehículos en cualquier lugar; recogen o dejan a sus pasajeros de donde les antoja. Sus paradas son meaderos y ramas afines. Cuando manejan, son dueños de la vía. El tamaño de su vehículo les concede el tamaño del poder que creen que poseen, y en esa situación, la del tamaño, incluyo a algunos de los conductores del Puma Katari que dan “susto”.

Tres. Vecinos que a pie o en vehículos consideran que las calles son basureros y, sin ningún desparpajo, botan la basura donde sea, poniendo muchas veces en riesgo la salud pública de niños, ancianos y, al final, de todos.

Cuatro. Bandas escolares que, ante la cercanía de las fiestas patrias, incrementan sus prácticas cotidianas sometiendo a vecinos al sonido retumbante y desafinado de tambores, bombos y platillos.

Cinco. Entradas folclóricas que, haciendo un mix de bandas, bailarines, alcohol y borrachos, cierran calles y plazas, por horas y por días a veces, impidiendo en algunos casos la posibilidad de circular a ambulancias y a enfermos que necesitan llegar hasta un centro médico.

Seis. Los dueños de las calles que solo necesitan un letrero y saber escribir “Reservado” para ocupar por horas el parqueo que en distintas circunstancias sería de todos.

Son muchos los que perdieron noción del concepto de público frente a lo privado. Pero si eso desespera, exaspera la pasividad de quienes por ley deberían dejar de ser cómplices y poner orden.