Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 09:52

El que esté libre de pecado…

El que esté libre de pecado…
Cierto revuelo causó estos días un error ortográfico en un documento oficial. Una persona que efectuaba un trabajo de investigación lo descubrió, lo publicó en redes sociales y generó críticas de todo tipo a la institución gubernamental.

La Vicepresidencia sancionó al funcionario responsable por haber cometido el error de elaborar fichas para el registro de investigadores de su biblioteca y archivo con la palabra "viceprecidencia", informó ayer la agencia EFE. El funcionario debe llenar cinco cuadernos de 100 hojas con la palabra "vicepresidencia" y debe leer cada semana un libro de al menos 400 páginas en horario fuera de oficina, según la respuesta dada por la entidad estatal al investigador que criticó la falta. "Pedimos disculpas a usted y a la población por esta falta que se tuvo, recordándoles que estamos abiertos a una comunicación horizontal", señala esa respuesta.

Lo irónico del asunto —incluido el “castigo” de leer— es que buena parte de las críticas por el yerro estaban también mal escritas, con errores iguales o peores que los que cometió el funcionario. Así, parafraseando una sentencia bíblica, pocos parecen estar libres del “pecado” de tener mala ortografía, pero aun así se animan a lanzar las piedras. Y es que no es, pues, el nuestro un país que se haya destacado en su historia por la calidad de su expresión escrita. Somos probablemente mejores en cuanto a tradición oral o manifestaciones como las de los textiles y hasta la danza. No otra cosa se podía esperar en un territorio en el que desde la colonia la enseñanza de la lectura y la escritura estuvo reservada a muy pocos e incluso prohibida, bajo pena de severos castigos físicos, para las grandes mayorías indígenas.

Fruto de ello la nuestra fue hasta hace no muchos años, antes de los programas de alfabetización justamente impulsados por el Gobierno, una de las naciones que encabezaba la lista de las con mayor analfabetismo en la región. Por ello, el mal uso del lenguaje escrito se evidencia en todos lados. Revise usted cualquier documento o hasta publicidades de empresas privadas y hallará errores de todo tipo. Vea el generador de caracteres de cualquier canal de televisión, y allí estarán. Es más, revise cualquier edición de este mismo diario y comprobará una serie de imperfecciones que lamentablemente no podemos evitar.

Los ejemplos llegan hasta lo más pintoresco. Esta semana se supo también que unos delincuentes fueron atrapados precisamente por escribir mal el nombre de una institución. La Policía detuvo a tres hombres que extorsionaban arguyendo que eran agentes y manejaban documentos con el nombre de una unidad antidrogas, pero con un evidente error ortográfico. En un operativo en Trinidad, se encontraron credenciales, y llamó la atención de las autoridades el hallazgo de material con faltas ortográficas. Es el caso de un sello de la conocida Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar), pero que aparecía con la sigla "Humopar".

Ahora bien, en defensa de la Vicepresidencia, habrá que decir que tuvo un rol importante no solo en los programas de alfabetización, sino en la puesta en vigencia de la Ley del Libro y la Lectura Óscar Alfaro, que tuvo el tino de eximir de impuestos a las editoriales bolivianas en la comercialización de libros. Por otro lado, la institución es la promotora de un meritorio esfuerzo editorial —el más grande de nuestra historia—, el de la constitución de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB) que, hasta el 2025, pretende seleccionar y publicar 200 obras fundamentales para entender a la nación desde la diversidad y riqueza de nuestras letras.

Pese a lo anterior, hay demasiado por hacer. La antes señalada norma establece, por ejemplo, planes de lectura incentivados por el Estado, de los que hasta el momento no se sabe nada. De igual manera, el mismo vicepresidente Álvaro García Linera prometió hace años “inundar” el país de libros, lo que no ha sucedido, pues estos, pese a la ley, siguen siendo caros. Así las cosas, los errores y horrores continuarán en todos los ámbitos.