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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Transparencia, quimera en el fútbol

Transparencia, quimera en el fútbol
Inscritas las candidaturas de los presidentes de Bolívar y The Strongest, Guido Loayza Mariaca y César Salinas Sinka, respectivamente, comenzó la carrera por la codiciada silla de la Federación Boliviana de Fútbol.

La intervención de facto les obliga a someterse a un examen de idoneidad en la Confederación Sudamericana de Fútbol, antes de ratificarse sus candidaturas para el 15 de septiembre, cuando 24 votos elegirán, entre ellos, al nuevo conductor para los próximos cinco años.

El extremado mercantilismo del fútbol, fomentado en la era Havelange, dio lugar a una corrupción desenfrenada de la que nadie quedó exento, obligando a una reestructuración a nivel mundial, cuyos resultados todavía son desconocidos.

A la zaga de países afiliados a Conmebol, aunque nadie ponga las manos al fuego por ellos, Bolivia apuesta al futuro del fútbol con dirigentes conocidos, porque los requisitos diseñados por los detentadores del voto impiden una auténtica renovación dirigencial.

Después del resultado fallido de enero 2016, que encumbró a un advenedizo con cuestionados votos de la paridad asociacionista, se espera que Loayza y Salinas, que ya se postularon aquella vez, presenten un plan que ojalá merezca una adhesión consciente y no de prebenda, como ya se hizo costumbre.

El país observará esta vez, con lupa y suspicacia, la actuación de los delegados, especialmente de los tres fantasmas de los que las asociaciones darán nombre y consigna, recordando que definieron mal en pasadas elecciones de bochorno.

Con la innovación de estatutos, el poder ya no será fragmentado por compromisos electorales. Las finanzas serán manejadas por profesionales idóneos, contratados por concurso de méritos, que responderán interna y externamente inclusive, considerando la nueva Ley del Deporte.

El Comité Ejecutivo tendrá prioridades, siendo la principal impulsar el desarrollo del fútbol, partiendo del apoyo efectivo a la promoción de divisiones menores y sacar a los clubes de las crisis que les agobia, reconociendo derechos y obligaciones por igual.

Abrigo la esperanza de una evolución en la que las angurrientas asociaciones sean protagonistas de un verdadero cambio y no como ahora, anémicas y vilmente prostituidas, para después ser abandonadas por quienes prometen y nunca cumplen.