DESDE AFUERA
Sindicalismo latinoamericano en la mira
Brasil y Argentina, el retorno neoliberal y el trabajo. En el caso de Brasil, la reforma laboral de Michel Temer aprobada por ambas cámaras del Congreso supone una flexibilización sin precedentes, mellando la capacidad de negociación de los gremios. El texto ha acarreado un sinnúmero de manifestaciones y tres huelgas generales —en un país donde este recurso llevaba más de 20 años sin ejercerse— desde su presentación en el Congreso. Entre sus controversiales medidas, habilita nuevas trabas y mayores costos para las denuncias del trabajador a las empresas, facilita contratar a autónomos en puestos estructurales, elimina las cargas obligatorias a los sindicatos, consiente que los acuerdos alcanzados entre la patronal y el trabajador se antepongan a lo establecido por la ley —por ejemplo, es lícito pactar jornadas que tengan hasta 12 horas diarias y 48 por semana—. Asimismo, permite tercerizar y precarizar los trabajos, obligar a las mujeres embarazadas y lactantes a trabajar en lugares insalubres, establecer una remuneración según productividad (destajo), el pago por debajo del salario mínimo y jornadas laborales de hasta 12 horas, lo que a todas luces evidencia una fuerte pauperización de los derechos de los trabajadores. En Argentina, una de las primeras medidas de Mauricio Macri como presidente fue reunirse con los sindicalistas más influyentes. Pocos días antes, “los gordos” —como se los denomina informalmente— habían logrado vetar al Ministro de Trabajo que el Mandatario tenía pensado, Jorge Lawson —cargo que fue ocupado por Jorge Triaca, hijo de uno de los sindicalistas peronistas más conocidos de los 90—. Las cifras de la Organización Internacional del Trabajo son muy claras cuando arrojan un alto nivel de sindicalización en el país, el cual ronda el 40 por ciento —a diferencia de países como Brasil con el 16.6 por ciento , México con un 9.2 por ciento y Colombia tan solo 5.7 por ciento .
En el contexto de la reforma laboral brasileña, Macri arremetió contra los juicios laborales y llamó públicamente a combatir “la mafia” de los abogados y jueces que cada día “dejan a mucha gente sin trabajo”. Abiertamente del lado del capital, ha buscado generar consenso en torno a una reforma laboral al “estilo brasileño”. Sus declaraciones se oponen a la Ley N° 20.744 , aprobada en 1974 —restringida dos años más tarde por los militares golpistas, limitada en los 90 por el Gobierno neoliberal de Carlos Menem, pero revitalizada desde 2003 por el kirchnerismo—. Hasta el momento, cuatro han sido los sindicatos intervenidos durante el año y medio que Mauricio Macri lleva en gestión. El primer gremio intervenido —como puntapié inicial de una política perjudicial hacia los trabajadores— fue el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (...).
(Tomado de www.celag.org)