Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Detrás de los datos de UNDOC

Detrás de los datos de UNDOC
El último informe “Monitoreo de Cultivos de Coca 2016-2017”, presentado por la UNDOC, plantea, entre líneas, unas certezas que los bolivianos no queremos ver. Por más que el informe maquilla el lenguaje y hace una lectura ligera de las cifras, la realidad es tan dura que le es imposible, por propia honradez intelectual y aunque no lo mencione, ocultar la crudeza de las evidencias. Leyendo e interpretando los números, nos enteramos de que, de toda la hoja de coca secada al sol, el Trópico de Cochabamba apenas comercializa legalmente en el mercado de Sacaba el 8 por ciento , dejando claro que el 92 por ciento restante circula en el mercado ilegal. Haciendo sumas, multiplicaciones y divisiones, tenemos que, en total, ingresan al mercado ilegal 16.048 toneladas métricas (TM) de coca. Según los especialistas, hasta el 2000, para producir un kilo de cocaína, se necesitaban 250 kilos de hoja de coca. Debido a la alta rentabilidad del ilegal negocio, los colombianos, que entre los metidos en la jugada son apodados “los químicos”, han hecho más eficientes los procesos de producción, hasta que, en la actualidad, para producir un kilo de cocaína solo se requiere 160 kilos.

De esta manera, las 16.048 TM de hoja de coca que circulan en el mercado ilegal aportarían para producir 100 toneladas de cocaína. Los estudiosos del tema afirman que, en Bolivia, un kilo de cocaína puesto en fábrica o alrededores, cuesta entre 1.500 y 2.000 dólares. Siendo conservadores y usando el precio más bajo por kilo de cocaína, la coca ilegal oficial, ya procesada, genera un negocio de más de 150 millones de dólares. Como se podrá ver, el tema de la coca debe y tiene que importarnos, ya que, solo usando datos oficiales, sin mencionar lo que no se contabiliza, caemos en la cuenta de que nuestra economía y vida cotidiana están siendo cada vez más contaminadas por dineros del sucio negocio blanco. Por eso, casos como el del PCC, ya en Roboré o en la joyería de Santa Cruz, o del líder del comando “Che Guevara”, pillado con 100 kilos de ladrillos de droga en Brasil, o del general Sanabria apresado por la DEA, no son aislados ni episódicos.

Dejemos de hacernos los de la vista gorda. El maldito negocio de las drogas está matando nuestro presente y futuro. La muerte de la joven profesional Lorena Torres, en el asalto a la joyería EuroChronos, como dijo su madre, Roxana Torrico, es la mejor demostración de que, en Bolivia, cada vez nos importa menos la vida y, cada vez más, el poder, el dinero y las cosas materiales (...).