Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Más me pegas, más te quiero

Más me pegas, más te quiero
Ese parecería ser el lema de los paceños y paceñas que en estos 11 años han demostrado una fidelidad inquebrantable al partido de Gobierno y su líder. Pero, paradójicamente, esa lealtad no ha sido correspondida, pues, en vez de mostrar agradecimiento, ha dado señales de olvido y hasta desprecio. Pareciera que EMA no es consciente que está en Palacio por el masivo y contundente apoyo que los paceños le han dado a lo largo de estos años. En los procesos electorales que tuvimos entre el 2005 y 2016, los paceños no bajaron su apoyo a EMA en un promedio de 70 por ciento .

Con semejante apoyo, La Paz, no es retribuida y es más bien cercenada y olvidada. En un acto que será motivo de juicio de responsabilidades, EMA ha exigido a sus asambleístas departamentales que trasfieran al Gobierno central gratuitamente el campo ferial de El Alto. El anterior 21 de junio, castigando al ancestral Tiwanacu, decidió que, ahora, el centro de los ritos andinos por el solsticio sea en su natal Orinoca. Sin que se pueda detener, la Isla del Sol, sufre agresiones a su patrimonio incaico. Los productores legales y la sabrosa hoja yungueña son castigados con la Ley 906.

Destruyendo el patrimonio y con el único afán de dejar su huella, ha procedido a demoler casas y edificios históricos o afear la ciudad y levantar sus mamotretos (Palacio de Gobierno, del Congreso, del Ministerio de Economía, de Yacimientos, del banco Unión, de Impuestos Internos, etc.), para así satisfacer “la estética del poder”. Obras tan importantes como el teleférico se levantan sin la coordinación con Gobernación y municipios. Inversiones insulsas en canchas y polifuncionales existen por doquier, pero casi nada para recuperar a La Paz como departamento productor.

En estos 11 años de Gobierno de EMA, La Paz, en vez de subir en su índice de productividad y competitividad, ha bajado y perdido miles de empresas. La ciudad de El Alto es la mejor demostración de la destrucción de la capacidad productiva. Estaba emergiendo como el Shangai boliviano, pero hoy es un gran mercado. Hace diez años, en este municipio estaban asentados los más grandes productores de muebles del país, los más competitivos orfebres y metalmecánicos. La industria textil era motivo de envidia. Hoy, por políticas equivocadas de EMA, la mayoría se fue al norte de Chile, al sur del Perú o al oriente del país.

El ingenio azucarero San Buenaventura y las comprometidas represas de El Bala y el Chepete, además de la planta nuclear, son algunos de los “grandes regalos” del Gobierno para el supuesto desarrollo de La Paz. Pero estas obras, en vez de regalos, son castigos. Las obras no dialogan con las necesidades de La Paz.