Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 16:20

Cumbres borrascosas

Cumbres borrascosas
Esta es una resumida anatomía de las cumbres nacionales: -Entra una nueva autoridad que desconoce el campo para la que fue nombrada. -Se propone una cumbre para oír a la población civil. -Se propone una serie de temas que tratar. -Se llegan a conclusiones y resoluciones que no se aplicarán. -Foto de grupo.

¿Llega una nueva Ministra de Culturas? Cumbre. ¿Se cobran impuestos? Cumbre. ¿Inseguridad? Cumbre. Hasta hubo una cumbre sobre Trump y sus políticas migratorias.

La cumbre es la forma más usada para no cambiar las políticas públicas, haciendo mucho ruido, apareciendo en los medios, generando una sensación de participación ciudadana; pero en la mayoría de los casos no pasa de ser un conjunto de buenas intenciones. La cumbre se convierte en una suerte de “chanchulla” para la gestión.

Mientras tanto, el tiempo que se ocupa en organizar a la sociedad civil, en proponer mesas, temarios, metodologías, es agotador, desgastante y bien podría haberse usado para la implementación de planes si tan solo se considerara el nombramiento de personas adecuadas para cumplir la función.

Uno de los principales impedimentos para esto es que se sigue pensando en el nombramiento de autoridades en función de intereses partidarios o personales y no del interés público. Pesa más el color de la afiliación que la propuesta de trabajo. El resultado es visible, sobre todo en cultura, donde se tiende a privilegiar los eventos por encima de los procesos. La visión de cultura se limita a espectáculos más que a una construcción de futuros deseables.

Algo similar sucede ahora con la llegada de Roxana Neri a la Secretaría de Cultura de Cochabamba. Hay en camino un foro-taller de creación de políticas culturales para la ciudad. Puede ser un momento para la reflexión y para encontrar estrategias para el logro del bien común o puede ser otro ejemplo de gasto de tiempo y recursos en resoluciones que no se traducen en un plan operativo.

Lo cierto es que deberíamos lograr un diálogo que incluya especialistas en economía, en planificación, en legislación, junto con gestores y cultores. Hay muchos pendientes, desde el resguardo de los bienes patrimoniales hasta el uso del espacio público, desde el reconocimiento de las capacidades creativas hasta la creación de fondos para iniciativas ciudadanas. Para ello, habrá que llegar al foro con un genuino interés en el bien común y dejar de lado el interés particular.

Personalmente, no me siento muy optimista. Los bolivianos no tenemos mar, pero vaya que sí tenemos cumbres.