Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Bolivia vive el asalto más cruento de la historia

Bolivia vive el asalto más cruento de la historia

Bolivia vivió el episodio más violento de su historia penal cuando una célula del mafioso brasileño Primer Comando Capital (PCC) intentó asaltar el jueves una joyería en la ciudad de Santa Cruz (este) que saldó con la muerte por bala de una empleada del establecimiento, un teniente de policías y 3 de los 4 atracadores.
El hecho, que estremeció a la sociedad boliviana y sembró una suerte de sicosis colectiva, dejó además 7 heridos de diversa consideración, y se registró 3 meses después de que otra facción del PCC asaltara con explosivos y armas de guerra un carro de caudales en la zona rural de Roboré, a 600 km de Santa Cruz, de donde se escabulló con un botín de más de un millón de dólares.
El atraco a la Joyería EuroChronos superó -por el número de víctimas mortales y la intensidad de la violencia resultante de los choques armados entre los gatilleros y la Policía boliviana- al asalto al carro de caudales de la empresa Brinks, en setiembre de 2000 en una autopista de La Paz y, más aún, al de Calamarca, camino a la ciudad de Oruro, donde los asaltantes, entre ellos policías, mataron a sangre fría a tiros, antes de apoderarse del dinero, a un inspector público, un escolta uniformado y el chófer de la camioneta que transportaba una remesa de 4.400 millones de pesos antiguos y nuevos para el pago de salarios a trabajadores mineros en junio de 1961.
Los asaltantes brasileños, entre ellos un boliviano, se tomaron temprano, hacia las 9h00 locales la exclusiva Joyería EuroChronos, emplazada en el centro de Santa Cruz, la ciudad más poblada y pujante del país.
Uno de los guardias de la joyería y otro de los empleados lograron, apenas se declaró el atraco, alertar, vía redes sociales y radio, que los criminales que blandían las poderosas metralletas M16 se tomaron el establecimiento, en una de las esquinas de la concurrida Avenida Irala, irrigada, a esa hora, por decenas de automóviles públicos y privados, además de colegios, escuelas y oficinas de bancos y locales comerciales.
El infierno se desencadenó hacia las 9h10 cuando, recogido el botín, los hampones intentaron salir de la joyería con una valija que contenía una cantidad no precisada de piezas de metales preciosos y relojes de alta gama.
Apenas se dieron cuenta que la Policía, que emplazó un helicóptero por la zona, había apostado a sus efectivos enfrente del establecimiento, los criminales intentaron la primera de 3 salidas en medio de un fuerte intercambio de tiros con los uniformados.
Después de aquello, uno de los asaltantes, el boliviano Edwin Landívar se entregó a las autoridades fingiendo ser uno de los rehenes.
En el segundo intento, los 3 criminales brasileños tomaron de rehenes a empleados y el guardia de seguridad de la joyería y los utilizaron como escudos humanos para evitar que la Policía, cuyos efectivos habían tomado edificios, plazas y esquinas y apostado francotiradores, les sometan.
En el segundo intento, entre las 09:10 y 09:20, uno de ellos, ruin entre ruines, alcanzó la calzada de la avenida parapetado detrás de la gerente de la joyería, Lorena Tórrez que perdió el equilibrio o se dejó caer.
Fue entonces que, lo más probable, El Mono, que vestía un pantalón de tela de jean y camisa blanca, le disparó a quemarropa en el costado derecho.
El proyectil, que desencadenó una hemorragia masiva, afectó la arteria que alimenta el cerebro, precisó una fuente médica.
Tórrez yacía en la calzada desangrándose herida de muerte, momento en que se escuchó un fuerte tiroteo de ambos bandos.
Imágenes difundidas por la televisión local mostraron que uno de los atracadores, que se ocultaba en un pasamontañas, presumiblemente Antonio Abdón da Silva, el Bahiano, exrecluso en la penitenciaría de máxima seguridad de Palmasola, la más violenta y hacinada de Bolivia, efectuaba a mansalva disparos de metralleta contra los policías que le lograron en una pierna.
Una fotografía reproducida por redes sociales mostró el cuerpo sin vida del teniente de policías, Carlos Gutiérrez junto al volante de una camioneta policial, se cree alcanzado por la metralla del PCC.
Imágenes captadas por teléfonos celulares desde diversas posiciones en edificios cercanos demostraron que El Mono alcanzó el interior del establecimiento después de recoger una ametralladora. Sus cómplices se recogieron también hacia el interior de la joyería, donde la contadora Roxana Serrano Franco se hallaba herida por bala en una pierna.
En la tercera salida, los hampones, apremiados por la Policía que intimaban su rendición, parecieron entregarse en medio de descargas que dieron en el blanco.
Hacia las 9h30 ó 9h40 los policías ingresaron al establecimiento ya liberado.
Los cuerpos de los asaltantes, entre ellos también El Camilo, yacían a esa hora en la puerta lateral de la joyería y la Policía efectuó disparos de seguridad en un intento por asegurar su reducción definitiva.
El ministro boliviano de Gobierno, Carlos Romero, aseguró que se trataba de "delincuentes peligrosísimos" vinculados al PCC.
Llevaban "cargadores dobles con cinta masquín, tiene doble cargado; cada uno (de los atracadores (entre ellos un boliviano Edwin Landívar Dorado) tenía 8 cargadores. En totalmente aproximadamente 240 proyectiles", describió Romero que felicitó a la Policía de Bolivia.
Tórrez acusó una parada cardiaca camino a la policlínica Foianini, donde, después de reanimada, falleció en una mesa de operaciones entrada la tarde.
Serrano Franco se recupera "favorablemente" en la policlínica, confirmó por la noche su esposo Víctor Hugo Leyes.
Serrano Franco, Hernán Alcón, Dionisia Castro, Geanine Vargas, Erick Peña y el policía Franz Cáceres, heridos en la refriega, reciben atención médica en Foianini, precisó una fuente médica.
Otro herido, un policía, era tratado en el público hospital San Juan de Dios.
La Policía, que allanó una casa abandonada entre los anillos de circunvalación tercero y cuarto, donde los atracadores durmieron las noches de martes y miércoles, arrestó a la esposa boliviana de uno de los hampones y, para efectos de investigación, a uno de los empleados de la joyería sospechado de complicidad. También se llevó preso al conductor del taxi que desembarcó a los asaltantes en la joyería

Cc/ ABI

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