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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Escuela y pobreza

Escuela y pobreza
En diversas ocasiones he escuchado decir que la pobreza es la consecuencia de la flojera, dejadez y comodidad de los pobres. No estoy de acuerdo, creo que existen motivos más profundos.

Comencemos por presentar las razones que llevan a pensar que la pobreza es causa de la flojera. Por un lado, está la idea de que los pobres dejan pasar las oportunidades de prosperidad, que no las saben aprovechar. También se argumenta que los pobres no saben ahorrar, gastan todo el dinero que reciben. Otros sostienen que los pobres están en esa situación porque no trabajan lo suficiente, además que están acostumbrados a recibir los favores de los demás.

Otros argumentos por los que algunas personas sostienen que la pobreza es culpa de los pobres están relacionados con las creencias. “Los pobres piensan que viven en esa condición porque Dios lo ha querido así. De lo contrario, hubieran nacido en el seno de familias adineradas”. También están los que sostienen que quien no es generoso no recibirá. Dios da a quien es desprendido.

Mucha gente se adhiere a alguno de estos argumentos. Sin embargo, la realidad es diferente. Existen estructuras sociales, políticas y económicas que generan pobreza, que benefician a unos en desmedro de otros y que buscan mantener un stato quo para que el sistema no se venga abajo. La Doctrina Social de la Iglesia se refiere a esta situación como pecado social.

Pongamos el ejemplo de aquella mujer que es madre soltera, con cuatro o cinco hijos, que apenas lee y hace los cálculos básicos. Sus oportunidades de trabajo son escasas, se dedica principalmente a lavar ropa y limpiar casas. Se rompe la espalda trabajando y no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas, mucho menos para ahorrar. No sabe qué es invertir, pero además está sujeta a ser engañada y estafada. Ahora sus fuerzas han disminuido y cada tanto cae enferma. ¿Dónde está su desidia? ¿Por dónde era que pasaban las oportunidades de prosperidad? ¿Cómo puede ser más generosa?

La pobreza no viene sola, está acompañada por ignorancia, violencia, vicios, enfermedades, lo que a su vez genera resentimientos, más violencia, delincuencia, etc. El sistema capitalista seguirá produciendo pobres, y no se trata de ayudar a alguno de ellos, sino de combatir contra un sistema. No se trata de juzgar a las personas, pues las personas nunca son el problema.

Los pobres son el testimonio de sistemas de injusticia, de estructuras de pecado que generan más pecado. Una manera de luchar contra estas estructuras es garantizar el acceso a la educación para todos los niños de nuestro país. Y no solo el acceso, sino la permanencia hasta el bachillerato. Otra manera es plantear un sistema educativo en el que los niños se sientan a gusto, que perciban que es un espacio de crecimiento y de verdadero aprendizaje. Necesitamos una escuela que eduque en consciencia crítica y al mismo tiempo que otorgue herramientas para salir de la pobreza.

No se trata, entonces, de educar solo en la solidaridad con los pobres, sino, sobre todo, de educar en la capacidad de generar cambios estructurales para que las sociedades sean más equitativas, que las oportunidades sean reales, que la violencia disminuya y que el respeto a la dignidad del otro sea el norte de cualquier actividad económica.