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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

La posverdad en acción

La posverdad en acción
La disputa por la legitimidad y la veracidad en la información suele ser uno de los principales problemas en la democracia. Quizás suena extraño ponderar como “problema” una cuestión a priori tan banal como la información, sobre todo en países latinoamericanos donde la pobreza, la desocupación, las industrializaciones espasmódicas (y en algunos casos cíclicamente fallidas) y los ascensos/descensos de líderes megalómanos son la realidad que más condiciona la vida de sus habitantes. Pero sin duda, cuando nos presentamos en los comicios dispuestos a votar por un nuevo Gobierno, por un candidato, uno de los factores que influirán en nuestra decisión es cuánto (o qué) sabemos de cada uno.

El término posverdad hace referencia a la información que, si bien puede no ser objetivamente cierta, produce efectos en los consumidores de dicha información. Su popularización luego del proceso electoral estadounidense de 2016 fue el puntapié para la proliferación de diversas reflexiones y consecuentes debates acerca de la realidad, la verdad y la percepción. Realmente, la importancia de la posverdad y sus efectos no está escindida del uso de las redes sociales y la penetración de las mismas a lo largo y ancho del mundo.

El uso de internet en la ciudad de Buenos Aires es un reflejo del rol que juegan las redes sociales en nuestra vida. Para el 20.6 por ciento de los porteños, el uso de las redes sociales es la principal actividad que llevan a cabo en internet. Luego, recién con 14.7 está la lectura de diarios online, trabajar y estudiar. El uso de redes sociales aumenta a 32 por ciento si solo consideramos la utilización de internet a través de smartphones, mientras que la lectura de diarios disminuye a 10. Además, casi el 70 por ciento de los porteños están por lo menos dos horas diarias utilizando internet en su teléfono (casi el 20 está más de 4 horas). Esta breve radiografía significa que estamos expuestos a un contenido que no se limita solo a las fotos o posts de nuestros “amigos”. Le dedicamos mucho de nuestro tiempo e interés en transitar el contenido de las redes sociales, por sobre otras fuentes de información (diarios online, impresos, noticieros).

Existe un flujo de información que carece de regulación, que aparece en nuestros muros y nos suministra contenido. Si accedemos a www.pagina12.com.ar sabemos que las noticias tienen una fuente, un autor, rigurosidad periodística, y una línea editorial. Las “noticias” que leemos en nuestro muro carecen, a menudo, de esos recursos. Sin embargo, las tomamos como ciertas.

La utilización de las redes sociales contribuye a este escenario de posverdad. Las redes tienen el potencial de provocar una exacerbación de las noticias falsas, debido a su facilidad para propagar con rapidez cualquier información, ya sea verdad o no.

El hecho que tomemos una información como válida o no tiene mucho que ver con nuestra misma percepción. Una pista de esto la tenemos con la “exposición selectiva” (J.T. Klapper: “The effects of mass media”), donde se evidencia que nos exponemos a la información con la que coincidimos, y evitamos la que disentimos. Ante una manifestación podemos interpretarla como un grupo de trabajadores reclamando por la situación económica o, desde otra óptica, un grupo de militantes violentos que afectan la paz.

Mucho de las posibles percepciones que podamos tener de un hecho tienen que ver con nuestra cosmovisión, con nuestra forma de percibir y entender el mundo y por supuesto, con nuestros hábitos de informarnos (...).

(Tomado de www.pagina12.com.ar)