Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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¿Palacio cholet?

¿Palacio cholet?
Los nuevos palacios del Gobierno y del Parlamento que se erigen en medio del centro paceño provocaron una dura polémica entre el vicepresidente Álvaro García Linera y el exmandatario Carlos Mesa, reflejó la agencia Efe. Esta comenzó con un artículo de Mesa, en el que califica a ambos edificios como "verdaderos engendros" por su "desmesurado tamaño", y dice que su construcción no es una respuesta a necesidades, sino que "son la afirmación de una idea". Tal idea es que "el Estado Plurinacional" será “recordado ´por siempre´ a través de los dos símbolos físicos de su paso por la historia y del poder que los representa. Lo será además por comparación con la ´República derrotada". Mesa cuestionó que el diseño de los edificios no haya considerado su adecuación a "la armonía arquitectónica con el entorno y el respeto a la proporción de las edificaciones existentes en su contexto urbanístico".

García Linera replicó que Mesa "se aferra" a la "estética republicana, racista, clasista y excluyente" que "está siendo sustituida por un nuevo espacio público y una estética plurinacional más participativa". Sostuvo que "una revolución que transforma las condiciones de vida de un país deja un conjunto de símbolos duraderos que reflejan los nuevos espacios de democratización". Según García Linera, la estética que defiende Mesa expulsó y destruyó a la estética indígena y se erigió sobre espacios destinados antes a las construcciones indígenas. "Y hoy hay un Estado plurinacional donde el indígena es sujeto importantísimo y construye un nuevo espacio público y una nueva estética que desplaza y supera a los simbolismos de la era republicana". Mesa replicó que el "gran problema de algunos políticos es la idea equivocada de que son los descubridores y creadores de un nuevo momento en la historia" y destacó que, en arquitectura, existen varios ejemplos de diseños "neotiwanakota" destacados.

Es necesario apuntar además que el nuevo Palacio de Gobierno o Casa Grande del Pueblo se construye con una inversión de 36 millones de dólares. El edificio, que tendrá 29 niveles y un helipuerto, se levanta sobre una superficie de casi 31.800 metros cuadrados y tendrá motivos andinos tiwanakotas. La nueva sede del Parlamento contará con 20 niveles y cinco pisos de sótano que serán aparcamientos, y será una construcción antisísmica.

Ahora bien, en principio, pensamos que el gasto en estas infraestructuras no era prioritario para el país, tomando en cuenta que aún tenemos muchas carencias colectivas. Bien hubiera hecho el Ejecutivo en pensar en estas edificaciones recién tras haber solucionado primero, por ejemplo, los álgidos problemas de atención salubre. Y es que millones de dólares gastados para oficinas del poder político no se justifican de modo alguno cuando muchos bolivianos mueren al no poder acceder a hospitales ni servicios de salud.

Dicho lo anterior, y puesto que el Gobierno ha decidido cargar sobre el hombro esa acción que le generará no pocas críticas, debemos decir que nos parece asimismo excesivo lo dicho por Mesa. No dudamos de su conocimiento (ni del de familiares suyos como la tan meritoria Teresa Gisbert). Pero habría que consultarles a los profesionales bolivianos que hicieron el diseño —que algo o mucho también deben saber de arquitectura tiwanakota— si lo que hicieron es un “engendro”.

Fuera de lo anterior, La Paz, lamentablemente y como todas las urbes del eje, ha crecido sin planificación estética. A poca distancia de la Plaza Murillo hay decenas de enormes rascacielos que igualmente desentonan con casas de arquitectura antigua. Así, dos más de ellos no parecen contrastar en el caótico panorama. Y, aun si lo hicieran, podría estar ocurriendo como con los llamados cholets en El Alto, en inicio, desde una óptica de tufo racista, menospreciados y satirizados, luego reconocidos como movimiento estético y hasta apropiados por las élites para fiestas exclusivas. Más en estos tiempos, ¿quién puede decir si algo es o no “lindo”?

Finalmente, está el tema de la funcionalidad. Aunque por televisión no lo parezca, el que haya puesto un pie al interior del hall del vetusto Palacio Quemado sabe que este es un ambiente reducido, uno que siempre queda pequeño. Repitiendo que no era prioridad ni siquiera para las autoridades construir otro espacio, era previsible que en algún momento se debía pensar en un traslado. Ese tiempo no era ahora, pero eso no da a lugar a idealizar algo que, por otro lado, tenía también un mensaje excluyente implícito. ¿O cuántas quejas, por ejemplo, surgieron o surgen contra un también enorme edificio de la avenida Arce, uno cuya arquitectura tampoco condice con el entorno y que por mucho tiempo fue el verdadero centro político del país?