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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Teología guaraní

Teología guaraní
Xavier Albó (1989) señalaba que existían estudios parciales sobre la religiosidad guaraní, pero que no había ninguna obra sistematizada que permitiese un acercamiento a ese cosmos lleno de profundas vivencias. Asimismo, Pifarré resaltaba que muchos misioneros afirmaban que era un pueblo sin religión, porque no tenía ritos elaborados, ya que, ante todo, su vida es una religión de contacto con la naturaleza, a través de la palabra. Una característica de los guaraníes es la convivencia diaria con los espíritus y fuerzas sobrenaturales. Esta realidad se expresa especialmente en convites de reciprocidad, donde se hacen presentes, figurativamente, los espíritus de los bosques y de los antepasados, que viven aquí y ahora, entreverados con el mundo de los vivos.

El antropólogo guaraní Elías Caurey presentó su libro “Teología Guaraní”, fruto de la compilación, traducción y sistematización de los escritos del padre Gabriel Siquier, jesuita que vivió 40 años en el ahora Territorio Autónomo Iyambae de Charagua, provincia Cordillera de Santa Cruz. Me dejó sorprendida este trabajo sobre “teología”, pues es conocido que este pueblo resistió tenazmente a la colonia y evangelización, precisamente territorio de los ava guaraní. Amén de que, cuando se habla de religiosidad o teología, se viene a la mente lo relativo a la fe católica, desconociendo (etnocentrismo) que existen manifestaciones “otras” de espiritualidad de los pueblos del mundo, a pesar de que existe la convicción de los estudiosos de las teologías indígenas de que lo divino se manifiesta en todas las culturas.

El teólogo Estermann, en la reciente presentación del libro, se cuestiona: ¿Se puede hablar de teología? ¿Hay una noción equivalente a la occidental “Dios” en las culturas indígenas? ¿Por qué no hablar de espiritualidad o cosmoespiritualidad en lugar de teología? Y se responde: “No se trata de una teología académica, sino de una teología vivida en forma colectiva, ritual, cotidiana, simbólica”. En ese sentido, se puede decir que la espiritualidad guaraní es un encuentro permanente con Dios.

Cuando muere, el guaraní vive tres vidas: la que es un pedazo de Dios, que fue concedida a través de la palabra; la vida cuando el alma se vuelve espíritu tutelar, cuya misión es cuidar el agua, el bosque, los animales, la tierra; y la vida cuando, al volverse antepasado, retorna cada año para el encuentro con los vivos en la celebración del Arete Guasu, el verdadero tiempo, lugar altamente espiritual, en el que el guaraní recrea su forma de ser.

El mundo guaraní es la lógica dual de lo espiritual y material, la que se convierte en principio ordenador de las cosas. Los iya (espíritus tutelares) conectan esta lógica, en el entendido de que toda la naturaleza tiene vida, espíritu y dueño, a quienes Dios les da poder. En este espacio, el saber espiritual lo transmite el ñee iya (anciano) que habla con el corazón. El saber científico lo transmite el arakua iya (joven) que habla con la mente. Es el equilibrio de la existencia del todo. Esta palabra profunda, elemento espiritual, ordenador de las cosas, ha vivido comunitariamente y es llamado teología guaraní (Gabriel Siquier, S.J.).

¡Yasoropai (gracias), Elías! Soñaste con Gabriel para realizar este admirable trabajo.