Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Qhochapampa

Qhochapampa
La trasformación y efectos sobre el medio ambiente guardan relación directa con los sistemas adaptativos que tiene cada cultura, en la que, además, intervienen factores sociales, económicos y tecnológicos. Las sociedades tradicionales se relacionaban equilibradamente con su hábitat, porque correspondía a su cosmovisión, su ciclo agrario y religioso. Con la colonización, esto varió debido a que se reemplazó la economía de subsistencia por la sobreexplotación de los recursos existentes, con el fin de generar riquezas. A todo ello se debe añadir la inclusión de nuevas tecnologías que coadyuvaron al deterioro del medio ambiente. Lugares de amplia vegetación pronto se convirtieron en zonas improductivas y erosionadas. La colonización y el sistema-mundo fueron el inicio de profundas alteraciones en los ecosistemas sudamericanos y sus grandes superficies, además de la trasformación de las relaciones sociales, económicas y culturales.

El dominio de la naturaleza siempre fue el bastión del desarrollo. El concepto occidental de desarrollo o progreso monitorea la lógica de la destrucción ecológica, pues, al pensar la naturaleza como medio para un fin, toda la tecnología que construye lleva dentro de sí la racionalidad de la destrucción ecológica. Pese a todo, la naturaleza no es pasiva.

Respecto a los diferentes ecosistemas bolivianos, estos se transformaron paulatinamente por la acción humana y la ausencia de una visión de futuro. Cochabamba es un ejemplo especial en lo que se refiere a la excesiva plantación de eucaliptos en la época de la minería. Esta especie es una bomba de extracción de agua. Fue utilizada, por ser resinosa, como combustible en las actividades mineras. No obstante, si bien cubría las demandas de la minería, el costo fue muy alto, pues el ecosistema del valle cochabambino gradualmente fue cambiando. En la zona andina, un aspecto importante que también modificó el ecosistema fue el minifundio, la explotación, sin descanso, de la tierra. Por donde veamos, los ecosistemas se modificaron debido a la acción del hombre. Unos lo hicieron por sobrevivir, otros por pensar en un desarrollo sin consideraciones.

No es de extrañarse que, siendo el hombre el directo interesado en mantener el equilibrio, es uno de los depredadores más exitosos. Ha ignorado su relación con la naturaleza, causando extinciones difícilmente asimilables por ella misma, de manera tal que nichos ecológicos quedan vacíos y, en consecuencia, sufren importantes pérdidas de biodiversidad.

Actualmente y a nombre del progreso, se ejecutan atrocidades. El afán de riqueza, de poder y fama conduce a realizar gestiones absurdas e improvisadas. La mente colonizada sigue creando interpretaciones de lo que es desarrollo, precisamente en estos tiempos en los que se debería luchar contra el producto de políticas que nos llevaron a un deterioro ambiental jamás visto. Este horizonte ecológico (social y económico), en el que la exclusión y marginamiento son el componente que estructura la sociedad, es producto de instintos atrofiados sin futuro. No existen políticas de gestión ambiental que promuevan el mejoramiento de la calidad de vida. Definitivamente, eso es para otras mentes.

Ahora es tiempo del pavimento. Ayer, Qhochapampa fue un espejo de agua.